Los tachos gigantes que diferencian a los residuos reciclables de los que no lo son fueron copando los barrios porteños. Pero la Ley de Basura Cero fue un fracaso por falta de trabajo desde el Municipio y ahora, ante la realidad, la gestión de Horacio Rodríguez Larreta no tiene mejor idea que retroceder decenas de casilleros para poner en funcionamiento a tres incineradores en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), uno de ellos en el sur de la Ciudad. También da luz verde para que se entierre libremente toda la cantidad de residuos que sea necesaria. 

Los reclamos no tardaron en llegar: desde organizaciones como Greenpeace y cooperativas de cartoneros, hasta referentes de izquierda y sectores del peronismo rechazan esta nueva idea del Gobierno porteño, el cual no se preocupa porque con los votos de sus propios legisladores le alcanza para hacer lo que se le antoja.

Los riesgos son muchos: ecológicos, salud, de economía social y también de transparencia porque el plan oficial no es público, por lo que entrarían a jugar amigos del Gobierno.

De qué se trata la ley actual

La Ley 1.854 “Basura Cero” fue promulgada en enero de 2006 y reglamentada en mayo de 2007. A partir de ella se estableció respecto a gestión de los residuos sólidos urbanos una eliminación progresiva de los rellenos sanitarios.

Esta política planteaba la adopción de medidas dirigidas a la reducción de la generación de residuos, la recuperación y el reciclado; así como también la disminución de la toxicidad de la basura y la asunción de la responsabilidad del fabricante sobre sus productos.