En concordancia con las buenas prácticas en materia de políticas de espacio público y transporte a nivel global, toda la normativa urbano ambiental de la CABA plantea la promoción del subte como medio de transporte prioritario. Las razones son casi obvias, es un medio de transporte no contaminante, descomprime el tránsito de superficie, tiene menor siniestralidad y en definitiva con un adecuado desarrollo de la red resulta más veloz. Es en un todo más eficiente. Si tomamos los datos correspondientes a la serie de total de viajes que se realizan dentro de la ciudad en un año (sumando subte y colectivo), podemos observar que desde 1995 al menos el nivel se sitúa en el entorno de los 600 millones de viajes al año. Recordemos: viajes que comienzan y terminan dentro de la ciudad, sumando subte y colectivo.

Cuando el subte no es prioridad

En el gráfico se puede ver que la cantidad total de viajes sigue el ciclo económico; comienza a caer en la mitad de los 90, llega a estar por debajo de los 500 millones en 2002, se recupera desde el 2003 para volver a situarse en el entorno de los 600 millones. En esas fluctuaciones muy probablemente opera una tasa de sustitución con el automóvil particular. Por otra parte, como veremos en el gráfico que sigue, el crecimiento del parque automotor es incesante desde 2010 (primer dato disponible) y más allá de los enunciados con "buenas intenciones"  por parte del gobierno creció el 30% en los últimos 7 años. 
Se incorporaron en términos netos 350 mil nuevas unidades. A pesar de la creación de direcciones generales para la movilidad peatonal, esa cantidad de unidades se desplaza y estaciona sobre una cantidad constante de calzadas. 
Es decir que tenemos una cantidad constante de viajes en transporte público y un crecimiento del 30% de la cantidad de autos en 7 años que tienen que estar agregando por lo menos 40 millones de viajes más al flujo. Eso, si solo la cuarta parte de ese incremento del parque automotor se suma a la movilidad urbana de manera cotidiana. 
Para que nos demos una idea, en fila, uno detrás del otro, suman 175 kms lineales. No es muy difícil encontrar entonces las razones del cada vez más complicado tránsito porteño. Y es por esto además que el automóvil es considerado hoy el principal enemigo del espacio público.

Cuando el subte no es prioridad

El gráfico siguiente muestra la distribución de viajes dentro del transporte público, que empieza y termina en la ciudad. La base casi constante son aquellos 600 millones de viajes anuales.
De cara a una nueva temporada de aumentos tarifarios debemos conocer la experiencia de años anteriores, no sólo para ponderar su impacto en el bolsillo de los trabajadores, sino también sus consecuencias como vector regulatorio de la movilidad. 

Cuando el subte no es prioridad

Observemos en el gráfico anterior cómo cae en el 2012 el porcentaje que viaja en subte, a partir del aumento tarifario aplicado por el entonces jefe de gobierno. 

Ahora, en el gráfico que sigue se puede ver la magnitud del diferencial de tarifa (más alta en el subte que en el colectivo) a partir de que toma el control de la concesión Macri en el 2012, y comienza a subir la tarifa del subte por sobre la del colectivo. 

Cuando el subte no es prioridad


Con la experiencia de 2012 y 2013, ese desplazamiento de casi 8 puntos porcentuales desde el subte hacia el colectivo representa, vale aclarar, casi 50 millones de viajes anuales, el equivalente a 105 mil trabajadores o estudiantes que se pasan al colectivo para ahorrarse un mango y viajar peor.
Con un diferencial de tarifa del subte de un 25% mayor que el colectivo según lo que está previsto para el 2018 las políticas del gobierno de Rodríguez Larreta parecen no colaborar mucho con las intenciones del discurso presidencial del otro día, en lo referido a la baja de la siniestralidad vial y al cuidado de medio ambiente. 
Eso, a no ser que estén "preservando" a los usuarios de los materiales cancerígenos que desprenden la ya conocidas "formaciones Madrileñas".

Nota: todos los datos surgen de elaboración propia con fuente en la Dirección General de Estadísticas y Censos del GCABA.