Cuando el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, inauguró la semana pasada, junto al Presidente de la Nación, la estación Facultad de Derecho “Julieta Lanteri” de la Línea H, se permitió festejar: “Esto es tiempo libre. Cada minuto que se ganan en viajar más rápido es tiempo que pueden disfrutar de su familia o de lo que quieran hacer”. Y debo decir que, en esta ocasión, voy a coincidir. La movilidad urbana, planificada y sustentable es tal vez uno de los mayores desafíos que suponen la construcción de ciudades modernas e integradas. Pero en estos diez años de gobierno del PRO ¿lograron que el subte cumpla con los estándares de calidad que la ciudad más rica del país debería tener?

Cuestiones urgentes

Quienes vivimos y trabajamos en la Ciudad de Buenos Aires no estamos ajenos a la problemática del transporte urbano de las grandes ciudades del mundo. Por eso la movilidad y el transporte público son temas centrales en la preocupación de los porteños. Tenemos un servicio con mala frecuencia, hacinamiento en las horas pico, vagones viejos, mala infraestructura en las estaciones y una extensión de la red muy limitada.

Mientras Rodríguez Larreta inaugura la nueva estación cabecera de la Línea H, el subte atraviesa una multiplicidad de situaciones que afectan de manera directa a los usuarios.

Por un lado, desde hace meses los trabajadores del subte vienen tomando medidas de lucha que incluyen paros rotativos y liberación de molinetes. Los principales motivos son una paritaria del 15 % sin cláusula gatillo acordada por la UTA y el no reconocimiento por parte de la Justicia de la personería jurídica de la Asociación Gremial de Trabajadores del Subte y Premetro (AGTSyP).

Por otro lado, es inminente un aumento en la tarifa del subte que elevará el valor del pasaje de $ 7,50 a $ 12,50, lo que significa un 66 % de aumento, algo que va a golpear directamente a los bolsillos de los usuarios en beneficio de Metrovías, empresa concesionaria del servicio. El pasaje será uno de los más caros de la región si se tiene en cuenta los kilómetros de red ferroviaria.

Subte para pocos

El subte llega hoy a la mitad de los barrios de la Ciudad. En 2001 fue sancionada la Ley 670, que habilitó la construcción de tres nuevas líneas las cuales llegarían, de existir, a la totalidad de los barrios porteños. Recordemos que el PRO ganó la jefatura de gobierno porteño con la promesa de que iba a construir 10 kilómetros de subte por año. Desde que asumieron no lograron superar el kilómetro y medio anual. Por el contrario, las principales obras relacionadas con el transporte fueron el Metrobús y otras orientadas hacia los modos motorizados. Según un informe de Cippec de 2015, entre 2003 y 2013 la utilización de autos en el área metropolitana creció un 60 % y existe una tendencia mayoritaria a tomar colectivos frente al subte.

Otra de las cuestiones que atraviesa el subte es la discusión que se va a dar este año respecto a licitación de su concesión. Tras 15 años de gestión de Metrovías, la concesión se venció a fines del año pasado y fue prorrogada de manera ilegal. Sin dudas, el balance ha sido negativo: cuando ganó la concesión en 1994, el subte producía superávit. Hoy la realidad es otra y la empresa necesita de grandes subsidios para sostener su funcionamiento. Aún conociendo esta realidad, todo pareciera indicar que el Gobierno de la Ciudad va a renovar la concesión con esta misma empresa.

Hacia nuevas ciudades

La tendencia mundial del crecimiento de las ciudades supone repensar estrategias y políticas públicas orientadas hacia un vivir mejor de la ciudadanía, con menores niveles de contaminación y mayores de integración.  Por eso, la movilidad y el transporte deben ser los ejes centrales en ese camino. El subte debe ser la principal alternativa para enfrentar la saturación de automóviles y la contaminación, aportando a la conectividad con otros medios de transporte y la integración social.

También es momento de repensar la concesión del subte. En la mayoría de las ciudades de Europa, incluso en América, es el Estado quien administra y gestiona el subte. Y con mejores resultados. Pareciera una opción viable si la voluntad del Gobierno fuera garantizar un mejor servicio y a un precio razonable.

Se torna imperioso que el Gobierno porteño avance en la construcción de nuevas líneas de subte, extendiendo la red ferroviaria, mejorando el servicio y cuidando a los trabajadores. Tal como impulsa la Ley 670.

En la ciudad más rica del país no hace falta más que voluntad política y capacidad para resolver los problemas de fondo de los porteños y de las porteñas. Dejar la política de parches y repensar verdaderas soluciones es el desafío.

*Referente de Ahora Buenos Aires y dirigente de Seamos Libres.