Estamos presenciando la gestación de lo que será un cambio profundo en la estructura social, política y económica de nuestra sociedad, cuyas protagonistas absolutas son las mujeres. Ya comenzó esta suerte de dominó en el cual cada nueva conquista conducirá a la siguiente. Y si bien la historia muestra que no hay una lucha definitiva en la cual la injusticia es vencida para siempre, con toda certeza arribaremos a un nuevo esquema social, muy diferente al de nuestros padres y abuelos.

La media sanción en Diputados del proyecto de aborto legal, es una impresionante demostración de fuerza, en la cual se le torció el brazo al Gobierno Nacional que quedó arrinconado por la potencia feminista y donde su única opción fue la derrota. Pero también fueron aplastados poderosos lobbies religiosos que, incrédulos, observaron cómo finalmente no tuvieron el poder de frenar el avance de la ley.

Queda la batalla del Senado para alcanzar el aborto legal y solidificar una nueva posición de fuerza, desde la cual preparar la nueva lucha hacia la igualdad. Es anecdótico que una de las senadoras que tendrá que votar la ley haya sido la última presidenta de la Nación y que sea la misma que ignoró la agenda de reivindicaciones de género durante sus dos presidencias.

Hay que reconocer que hubo un camino de derechos sociales alcanzados durante el gobierno kirchnerista, que oficia de preámbulo perfecto para encarar esta revolución que tiene un marco internacional favorable. Pero hay que observar que cuestiones como el matrimonio igualitario es el resultado de una lucha inclaudicable sostenida en el tiempo con tenacidad por un colectivo importante del pueblo.

El papel del hombre es también muy claro. Los hombres deben correrse y claudicar privilegios. Lo único que necesitan las mujeres de los hombres es que entreguen sus privilegios de género. No necesitan que las ayuden en la organización, ni en el desarrollo de la agenda, ni siquiera que vayan a las marchas. El lugar del hombre que quiere militar el feminismo no es ese, sino todos aquellos lugares donde la mujer no tiene acceso: el vestuario de fútbol, el grupo de hombres cosificadores de Whatsapp, todos aquellos espacios donde se pueda intervenir para revertir la cultura patriarcal y dejar de reproducirla.

Esta heroica lucha del feminismo viene a destruir privilegios de género y tiene como único destino la victoria. Tienen la razón de su lado, pero atención, también tienen la fuerza. ¡Viva la sororidad!