La fama los estaba aplastando. Ya no tocaban en vivo, salían poco, todo lo que decían o hacían se magnificaba. Habían probado ocultándose detrás del Sargeant Pepper y con la experimentación con drogas. Las relaciones entre ellos se resentían en silencio y hasta parecía que se secaban artísticamente: por primera vez les estaba costando escribir canciones.

Pero un viaje, no sólo geográfico sino espiritual, los volvería a poner prolíficos. El viaje de los Beatles a India en febrero de 1968 produjo decenas de canciones y numerosas historias y leyendas.

En su autobiografía, Patty Boyd, primera esposa de George Harrison (la Layla de Eric Clapton) se adjudica el mérito de haber introducido a George y a los otros tres Beatles en la Meditación Trascendental (MT). Un aviso en el diario, en febrero de 1967, le generó intriga. Creyó que debía iniciar un cambio en su vida, inclinarse hacia la espiritualidad. Y arrastró a George con ella. Esas primeras clases en la novedosa disciplina entusiasmaron al guitarrista que ya venía explorando la cultura hindú, su música y el sitar.

Pocos meses después, el Maharishi Mahesh Yogi, el impulsor de la Meditación Trascendental, una disciplina derivada de arcanas técnicas de yoga, llegó a Londres para dar una serie de conferencias. La meditación ganaba terreno en Occidente de la mano del Maharishi; hasta había llegado a la tapa de la revista Life, como una novedad.

En una de esas charlas en la capital inglesa, el gurú tuvo un público de lujo: los Fab Four. Entusiasmados, a las pocas semanas, los Beatles se dirigieron con sus esposas hasta Bangor en Gales para participar de un retiro espiritual dirigido por el Maharishi. Se les sumaron acompañantes de lujo: Mick Jagger y Marianne Faithfull. Pero esa experiencia galesa que empezó siendo una revelación terminó abruptamente. La muerte de Brian Epstein, el manager de los Beatles, hizo que los músicos debieran abandonar el retiro.

Esos pocos días sirvieron para entusiasmar al grupo. Como siempre cuando se trataba de estas cuestiones, George y John Lennon fueron los más involucrados. Dijeron que la MT les había hecho abandonar el LSD y las demás drogas (era un momento sensible debido a la muerte por sobredosis de Brian Epstein). Que el estado de conciencia que conseguían con esa práctica espiritual era superior al efecto de las drogas. El poder era del Maharishi.

El gurú empezó a anunciarse como el maestro de los Beatles. Era su mejor publicidad. No era para menos. No había nadie más famoso en el mundo. Editó discos con sus enseñanzas y en la tapa se hacía referencia a la banda de Liverpool; lo mismo sucedía con los anuncios de sus conferencias.

En febrero de 1968, los Beatles con sus esposas y varios allegados viajaron a la India. El primero en llegar fue George Harrison que trabajaba en la banda de sonido de la película Wonderwall y estudiaba con Ravi Shankar. Luego se sumaron los demás. Harían un retiro espiritual en Rishikesh, en el Ashram del Maharishi. No estarían solos. Era un curso para formar maestros en la disciplina de la MT. Además de otros alumnos occidentales había varias celebridades. Mia Farrow y sus hermanos, Mike Love de los Beach Boys, el músico de jazz Paul Horn (considerado hoy como uno de los pioneros de la música New Age), el cantante Donovan, el fotógrafo Paul Saltzman (quien con sus fotos y memorias de esos días editó un bello libro) y el único periodista del grupo Lewis Lapham (que también publicó contando la experiencia).

Ringo Starr y su esposa Maureen duraron poco. Poco más de una semana. El régimen vegetariano, adujo, les producía alergia. Maureen contó alguna vez que cuando salían de bañarse, mientras se secaban, eran rodeados por los más diversos y exóticos insectos. La pareja decidió volver prontamente al confort europeo y alejarse de escorpiones y tarántulas.

Los demás vivían en bungalows, con cuatro camas cada uno y un pequeño baño. La rutina era tranquila y con pocas variantes. Un desayuno frugal, ejercicios, meditaciones, alguna charla del Maharishi, y tiempo libre para caminar y componer.

Por primera vez en mucho tiempo los músicos no estaban rodeados de periodistas, flashes, ni de jóvenes aullantes. Disfrutaban de la paz del ashram.

A las tres semanas el que se fue a su casa fue Paul McCartney. Le pareció que ya había pasado un tiempo prudencial en el lugar, que ya era hora de volver a su vida (a)normal. En algún momento creyó haber vuelto a sus días del colegio y a la disciplina victoriana.

Fueron semanas productivas, prolíficas en canciones. Compusieron 48 canciones. Una tarde Paul se acercó a George y le propuso trabajar juntos. Harrison, terminante, le dijo que no habían ido hasta ahí para hacer música sino para meditar. Paul se fue con su guitarra a otra parte.

La repercusión de esta actividad de los Beatles fue enorme, como cualquier cosa que hicieron en esos años. Pero a esta se le sumaba la novedad, el exotismo, la intriga de lo desconocido, el destino lejano. El Maharishi estaba exultante con esta exposición y con la publicidad que aparejaba.

En algún momento le propusieron hacer un documental producido por Apple con la experiencia pero el gurú ya tenía firmado un contrato con una importante cadena televisiva. El inconveniente era que el Maharishi había asegurado la presencia de los Beatles; de esa manera había vendido el proyecto. Los Beatles con amabilidad le dijeron que eso no sucedería, pero él y sus representantes seguían insistiendo y prometiendo a los ejecutivos televisivos que los músicos más famosos del planeta participarían de su película. Aducía que él los iba a convencer.

Paul McCartney, Jane Asher, Michael McCartney, Ringo Starr, Maureen Cox Starkey, John Lennon, George Harrison y el Maharishi Mahesh Yogi en Bangor, Gales, en 1967

Se cuenta que en algún momento de la estadía en Rishikesh el Maharishi les habría pedido a los de Liverpool entre el 10 y el 25 por ciento de sus ingresos. El diezmo más grande del mundo. Los Beatles ni siquiera escucharon la propuesta.

Gran parte del Álbum Blanco fue escrito en ese retiro de Rishikesh. Blackbird, I´m so tired, Don´t pass me by, Revolution, Ob-la-di Ob-la-da, Rocky Racoon, Why don´t we do it on the road y varias más. Algunas no llegaron a ser grabadas sino hasta que comenzaron sus carreras solistas. Junk de Paul, Not Guilty de George y Child of Nature (luego metamorfoseada en la invencible Jealous Guy) de John, entre otras.

Donovan contó que, en esos días, las canciones les brotaban a los Beatles, que Paul estaba todo el tiempo con una guitarra entre sus manos y que todos los presentes eran testigos de cómo nacían esas melodías que después se convertirían en clásicos. La tranquilidad, la naturaleza, el sonido de los animales de fondo, la paz interior que tanto buscaban, los había vuelto a poner prolíficos. Varios años después John contó: “Escribí cientos de canciones, no podía dormir, tenía alucinaciones y unos sueños increíbles en los que hasta podías oler. Tuve unos viajes fascinantes en esos días”.

Dear Prudence fue escrita por John inspirándose en Prudence Farrow, la hermana menor de Mia. La actriz venía de separarse tumultuosamente de Frank Sinatra. Prudence, de 22 años, se convirtió en la mejor alumna del yogui. Su dedicación era total y no aceptaba distracción alguna. Casi no salía de su habitación. De una belleza delicada, con largo pelo rubio, dedicó cada hora de su estadía a la MT. La situación llegó a preocupar a los demás pero ella persistió. “Prudence quería encontrar a Dios más rápido que todos nosotros. Había una especie de competencia en el Ashram: ganaba el que primero se ponía cósmico”, contó John en una entrevista posterior.

A los Beatles la estadía en lo del Maharishi les inoculó otra idea. Todavía les seguía rondando la idea del cine, los seducía volver a las pantallas. Pero en esta ocasión el proyecto sería muy diferente. Los Beatles deseaban trasladar a la pantalla El Señor de los Anillos, la saga de Tolkien. Y hasta se habían repartido los papeles. Lennon sería Gollum, Paul haría de Frodo y George de Gandalf. Ringo interpretaría a Sam. Hasta habían pensado en algunos directores. Desde la obvia selección de Stanley Kubrick pasando por el especialista en proyectos faraónicos David Lean y Michelangelo Antonioni.

La estadía de Lennon y Harrison duró la mitad de lo previsto. Abruptamente decidieron partir. Con los años las versiones se multiplicaron. Por un lado se afirma que a Lennon le molestó el costado especulador y ambicioso del Maharishi, que en cada reunión que tenían, en cada ocasión en que lo veían estuviera acompañado por un contador. Sin embargo la versión que se impuso fue que tomaron la decisión de marcharse por las conductas sexuales inadecuadas del gurú, que en teoría era célibe, con varias de las mujeres del grupo. Avances varios a Mia Farrow (uno de los integrantes del grupo contó que ella le describió esas insinuaciones del Maharishi aun antes de la llegada de los Beatles) y una situación de contacto físico, un abrazo más intenso y cariñoso de lo habitual, con una de sus jóvenes discípulas fueron las manifestaciones que se esgrimieron con los años.

Tomada la decisión de abandonar el ashram, Lennon y Harrison se reunieron con el Maharishi para comunicárselo. El gurú les preguntó intrigado por qué abandonaban Rishikesh. “Decinos vos -chicaneó Lennon-. Si sos tan cósmico cómo decís, seguro que ya sabés el motivo”. Luego de una mirada asesina del Maharishi (así la describió John), Lennon agregó: “Dale, deberías saber”.

John era el más enojado de todos. Se sentía defraudado. Veía a ese hombre que se vendía como espiritual demasiado preocupado por el dinero, la fama, las celebridades y las mujeres. Como catarsis compuso Sexy Sadie, otra canción del Álbum Blanco. El título original era Maharishi (Sexy Sadie ¿Qué hiciste?, nos hiciste quedar a todos como unos tontos, eran los primeros versos) pero fue modificado a pedido de Harrison. Cuando en los 90, los Beatles sacaron los cd’s y el video de Anthology, la parte que contaba el viaje del grupo a India estaba musicalizado con esta canción. George se opuso y luego de una charla de tres horas consiguió que el director cambiara de idea. Al final utilizaron Across the universe para ese segmento.

Las acusaciones de conductas sexuales impropias y abusos se fueron disipando con el tiempo. El único que se mantuvo firme fue John que llegó a decir que se equivocaron con el Maharishi pero que la MT seguía siendo de gran utilidad. Mia Farrow en sus memorias (publicadas en los 90) relativizó los hechos, lo mismo que Cynthia Lennon y algún que otro testigo más. George tocó en un recital en 1992 para el Maharishi y Paul también morigeró sus declaraciones.

La estadía de Lennon y Harrison duró la mitad de lo previsto. Abruptamente decidieron partir. La versión que se impuso fue que tomaron la decisión de marcharse por las conductas sexuales inadecuadas del gurú, que en teoría era célibe, con varias de las mujeres del grupo (Kobal/Shutterstock)

Hubo quienes encontraron otros motivos para justificar la huida, la salida abrupta. Algunos acusan a Alex Mardas, Magic Alex, un griego estrafalario muy cercano a los Beatles que proclamándose inventor les hizo perder fortunas en la instalación de los estudios de Apple. Dicen que todo fue tramado e inventado por él para alejar a Lennon del Maharishi y para no perder él la influencia y la cercanía con John. Otros sostienen que todo fue una estratagema de John para poder volver a Yoko Ono y disolver su primer matrimonio. Si bien viajó con Cynthia hasta último momento, Lennon consideró la posibilidad de emprender la travesía a India con su nuevo amor.

El Maharishi sufrió algún daño en su reputación luego del incidente. Fue el riesgo que asumió. Sin embargo pasado el tiempo regresó a los primeros planos y el escándalo quedó olvidado. Su método funcionaba y en la década del 70, la Meditación Trascendental se expandió por todo el mundo. El Maharishi llegó a la tapa de la Time en 1975.

La foto de los Beatles con sus túnicas blancas y el collar de flores se convirtió en un ícono. Las costumbres hindúes, su música y su vestimenta, ingresaron a Occidente de la mano de ellos. También la práctica de la meditación. Ese, algunas buenas historias (con versiones encontradas) y un puñado de grandes canciones, es el legado de esos días de febrero de hace 52 años en la India.

Fuente: Infobae