Luego de acabar con la vida de su amigo Cristian Díaz, durante un confuso episodio que tuvo lugar hace ya un año; y luego de varias vueltas en el transcurso de una noche agitada, Pity Álvarez se entregó a la justicia y fue encarcelado por homicidio.

"Sí, yo fui el que disparé. Lo maté porque era él o yo, creo que cualquier animal haría lo mismo", fue lo que le dijo a la Policía, acompañado de su abogado Sebastián Queijeiro, quien posteriormente abandonó a su cliente. Sin embargo, Queijeiro lo visita habitualmente en la cárcel, "como amigo".

Luego de ésto, la madre de Álvarez llamó a un experimentado abogado, Claudio Calabressi, quien la ayudó en las primeras semanas y la acompañó en su raid mediático por los canales de TV.

"Mi hijo no es un asesino. Se sintió muy amenazado para reaccionar así", consideró ella. Y aludió a su adicción a las drogas psicoactivas para explicar su reacción. "Siento culpa de no haber podido ayudarlo más", se lamentó.

Desde aquel 13 de julio, "Pity" pasa sus días en el penal de Ezeiza, dependiente del Servicio Penitenciario Federal (SPF). Sigue alojado en el Programa Interministerial de Salud Mental Argentina (Prisma), destinado a los reclusos con problemas psiquiátricos, permanentemente monitoreado.

Dos veces por semana da clases de canto y armó un coro. Escribe cuentos, historias. "Blondie es igual, es un clon", relata María Giovannone (39), su ex pareja y madre de su hija. Cristina, en tanto, le prepara la comida que le gusta y se la lleva, como milanesas y ensaladas.

En el Prisma estuvo con el baterista de Callejeros Eduardo Vásquez (43, condenado a perpetua por el femicidio de su pareja, Wanda Taddei, de 29 años, a la que quemó viva en 2010), quien manejaba un taller de percusión en la cárcel, en el que "Pity" se había anotado para participar. Pero cuando trascendió en la prensa que habían tocado juntos, decidió borrarse. No quiere saber nada con salir en los medios, tampoco que hable su familia sin su consentimiento.

El 28 de junio pasó su cumpleaños 47 con medio centenar de fans afuera del penal y rodeado de la gente que nunca deja de ir a visitarlo: su madre (va tres veces por semana), su ex junto con su hija Blondie (de 7 años) y el padre César Scicchitano Tagle (55), un cura que tiene una banda de rock y que toca en las iglesias, quien se convirtió en su mejor amigo.

Engordó 20 kilos y duerme la mayor parte del tiempo, aunque en los momentos de visitas va al patio común y hasta ha jugado algún partido de truco en las modestas mesas y sillas de plástico distribuidas en el lugar. Actualmente está "contenido" y "sedado". Sólo pueden ir a verlo tres personas por día, con su autorización.

Fuente: Clarín