Sin lugar a dudas, Alejandro Fantino es uno de los conductores más populares y reconocidos de los medios de comunicación de nuestro país. Junto a Jorge Rial, Guillermo Andino, Luis Novaresio y Antonio Laje, han sabido muy bien de qué manera consolidarse en América TV como las figuras más importantes de la señal. Sin embargo, esta vez fue noticia por lo que contó en su programa de ESPN.

Allí, el novio de Coni Mosqueira no se guardó nada y ante la presencia de la nadadora olímpica Agustina De Giovanni, decidió contar algo realmente muy fuerte que le pasó años atrás, y que tiene que ver con su experiencia en el momento de llevar adelante una verdadera aventura, que según lo que él mismo se encargó de contar, terminó de la peor manera a pesar de las grandes expectativas.

«Les voy a contar algo que me da mucha vergüenza. Hace diez años, me agarró un berretín de cruzar el Río Paraná de las Palmas a nado. Es muy loser lo que me pasó», comenzó diciendo Alejandro Fantino sin filtro alguno. “Pablo Testa (Entrenador de natación de la Selección Argentina) me dijo que tenía que comprar un traje de neoprene para flotar y conseguir una pileta”, afirmó el conductor.

“Conseguí una pileta muy cheta, fortuna pagaba por mes, en el Palacio Duhau. Un día llego a Sauce Viejo y mi papá me preguntó si iba a pescar. Yo le dije que lamentaba desilusionarlo, pero que iba a nadar. ‘Vos buscame en los Suspiros que en una hora y media estoy por allá’. Me agarró un cagaz* terrible, tiré los auriculares de 400 dólares al agua, perdí una pata de rana y se me rompió todo el traje de neoprene», lanzó.

«Me tiré al agua y sentí que me agarró Poseidón de abajo y me arrastró hacia el fondo del río. Me agarró un cagaz* terrible, tiré los auriculares de 400 dólares al agua, perdí una pata de rana y se me rompió todo el traje de neoprene. Me agarré de dos camalotes y me arrastré todo lleno de barro. No nadé nunca más», contó dejando a todos sus compañeros con la boca abierta y sin poder creer lo que escuchaban.

La curiosa anécdota de Alejandro Fantino queriendo cruzar el Río Paraná nadando

Fuente: El Intransigente