El Gobierno busca calibrar su estrategia monetaria cambiaria con un sentido primordial: darle credibilidad y “apariencia” a la meta del 15% de inflación que viene funcionando como referencia de los acuerdos paritarios que promociona el Ministerio de Trabajo, y que subyace las ofertas salariales del sector público nacional, de la Provincia de Buenos Aires y de la CABA.

El objetivo: atravesar la temporada de negociaciones paritarias con esa expresión de deseos de inflación todavía viva.

Para ello, el Banco Central operó en el Mercado de Cambios de un modo que había evitado desde los albores del Gobierno de Macri: vendiendo dólares. Un total de U$S 522 millones la última semana.

El lunes 5 arrancó vendiendo 30 millones; el Martes vendió 20 millones; el Jueves 123 millones; el Viernes 160 millones; y este lunes U$S 137 millones.

Recordemos que la razón para que el Banco Central no venda dólares era el mantenimiento de un apotegma: el dólar vale lo que dicta el mercado libre de cambios.

La necesidad de mantener cohesionado el bloque del poder económico concentrado en torno a la caída del salario real este año terminó, a la postre, obligando al Banco Central a abandonar el principio de “no intervención”.

Hay que señalar que si bien es creciente el monto diario destinado, está lejos de comprometerse la capacidad de intervención de la autoridad monetaria, lo que comúnmente se llama su “poder de fuego”.

La lógica indica que a partir del mes que viene, con el ingreso de los dólares del complejo agro exportador, sería la propia oferta de divisas la que mantendría en línea la cotización.

Con un dólar eventualmente estable, mientras dure la negociación salarial colectiva, resta que se adecue el esquema monetario en el anunciado sendero de baja de la tasa de interés, que está en niveles a todas luces prohibitivos para el consumo, el crédito, la inversión real y las mínimas relaciones comerciales.

Para ello el Banco Central cuenta con capacidad para intervenir en el mercado secundario de LEBACs (las que ya están circulando) ajustando sus rendimientos. Hasta ahora los resultados en ese sentido han sido módicos.

A esos efectos no pasará desapercibido que el Ministerio de Finanzas comienza, justamente mañana, un proceso de licitación de tres días para la colocación de una Letra que, por sus características, es bastante similar a las LEBACS, como un modo de sacarle presión a la pelota inconmovible de la Letras que emite el BCRA.

Pasada la liquidación de la cosecha gruesa en abril, y cerrados los principales acuerdos salariales cerca de la pauta del 15%, será cómo nunca el segundo semestre un período de severas dificultades para la mayoría de los trabajadores, con el desequilibrio monetario cambiario intentando acomodarse a costa de un ajuste de la demanda y el consumo popular.