La canasta básica supera los 17.000 pesos. La mayoría de los jubilados en cobra la mínima que está en 7.246 pesos y quienes reciben pensiones no contributivas (que son más de 1 millón y medio), ganan menos todavía. El Estado se las ingenió para hacer que día tras día un jubilado sea un poquito más pobre -sin contar que el PAMI está destruido y que los medicamentos son un bien de lujo.

La reforma previsional aprobada el 18 de diciembre le puso un broche de oro a este robo despiadado a los adultos mayores que la pasan peor si además de ser jubilados son mujeres, por supuesto: las moratorias cayeron abruptamente y las “pensiones universales” nuevas que ofrecen para quienes no tienen aportes no alcanza para nada porque representa el 80% de un haber mínimo (unos 5.796 pesos).

Ahora bien, según el Boletín Estadístico de la Seguridad Social, del Ministerio de Trabajo, en 2017 la cantidad de altas jubilatorias por moratoria cayó en un 57%. El mismo informe detalló que 52.268 beneficiarios accedieron a la Pensión Universal para el Adulto Mayor (PUAM), de los cuales apenas un 26% son mujeres.

“A 2017, tres cuartas partes de los jubilados ingresaron por moratoria. De estos, el 73% son mujeres", explicó Carla Degliantoni, investigadora del Departamento de Economía Política Área Género del Centro Cultural de la Cooperación. "Es un número muy alto. Esto refleja una problemática de las mujeres en cuanto a la participación laboral y a la cobertura jubilatoria", agregó en diálogo con el diario Tiempo.

Llegar a 30 años de aportes es muy complejo para cualquier trabajador dado que en los ‘90, la informalidad laboral había trepado al 50% y aunque luego bajó nunca pudo ser menor del 30 por ciento, convirtiéndose en un problema estructural del cual las mujeres siempre fueron las tristes protagonistas.

El Centro de Economía Política Argentina (CEPA) señala que "mientras que el 31% de los varones trabaja de manera informal, en las mujeres el porcentaje asciende al 36%. Además, en este universo la brecha de sexo en las remuneraciones es más pronunciada: en el trabajo informal, la brecha se ubica en 34%; en el registrado, en 21%".

La informalidad no es el único problema que tiene la trabajadora, también debe hacer frente a una “intermitencia laboral” debido a sus embarazos, cuidados de hijos y familiares. Ellas tienen más trabajos part-time, que tienden a ser precarios o directamente en negro, como quienes son empleadas de casas particulares.

Según CEPA, "el 27% de los hogares argentinos con menores son monoparentales y de estos el 83% tiene jefatura femenina", lo cual implica que "las mujeres tienen menos acceso al trabajo registrado, intermitencia laboral y mayor predominancia en trabajos informales". La tormenta perfecta para no llegar a los 30 años de aportes y para que los gobiernos continúen negándoles una jubilación digna.