A favor de los comunicados de política monetaria del BCRA debemos decir que acercan a los ciudadanxs interesados en la evolución de las variables monetarias a un conocimiento propio de legos. 

En contra diremos que el de ayer es un rosario de expresiones de deseo, sin ninguna explicación sustancial, que inscribe la información oficial en el género de la ficción postverdad.

Por ejemplo, comenta que la inflación de febrero ya viene en el entorno del 2,5% (en enero fue de 1,8%): “el BCRA considera que esa aceleración de precios es temporaria y que, completadas buena parte de las correcciones tarifarias y apaciguada la dinámica cambiaria local, la inflación consolidará su tendencia a la baja”.

El comunicado no explica cuáles son los fundamentos de esa eventual caída de la inflación mensual, a medida que avance el año. O si va a caer por imperio de su política. Las causas del rebrote, alega, son las de siempre: temporada de aumentos tarifarios (los precios regulados). 

En otro orden (o en el mismo) en una entrevista radial, hoy mismo, el tenor y empresario agropecuario Gustavo Grobocopatel, observó que hay “atraso cambiario”. Es decir, que tiene el peso se debe devaluar aún más. 

El consenso consultoril lo ubica en $23,50 por dólar a fin de año. Grobocopatel pide $26,5 por dólar.
Mientras tanto, el campo sindical oficialista sigue cerrando acuerdos con referencia en el 15% de inflación; ayer fue la Federación de Luz y Fuerza la que lo hizo. Sobre los guarismos huelga opinar, desde esta columna ya observamos que es una “engañapichanga”.

Seguimos observando el carácter temerario de llegar a fin de año con pérdidas de 5 o 6 puntos en el salario real, porque su impacto en el consumo (dos tercios de la actividad económica) puede derivar en una efectiva depresión, con consecuencias ulteriores en toda la economía, especialmente en la ya magra inversión privada y en la recaudación fiscal. 

Recordemos que las exportaciones no son la “atractividad” que Cambiemos esperaba que sea, máxime con las pérdidas por sequía en el sector agro exportador, y situación también impacta doblemente: en la actividad y en la cuenta corriente de divisas.

Capítulo aparte para los dirigentes sindicales que firman cláusulas de “buena voluntad” para reabrir paritarias cuando la inflación supere los aumentos salariales, ya sea en septiembre como Luz y Fuerza, o en Enero (!!!!) como el Sindicato de Comercio. 

Se trata de un visible pisoteo al señero derecho laboral argentino, más de 70 años después de facturada la magnífica obra del Coronel Juan Domingo Perón y sus efectividades conducentes. 

Una impostada candidez de la mayoría de la dirigencia sindical deja librada a la “buena onda” de los empresarios el sostenimiento del salario real: un esfuerzo conmovedor para “poner el hombro” el de estos dirigentes, más aún cuando son los únicos (los trabajadores) los que lo están haciendo. Las cláusulas de revisión deben ser ejecutivas, si no carecen de validez.

Para retomar, enumeramos algunos aspectos de la coyuntura:

1.    La inflación de febrero estará en el entorno del 2,5%, de la marzo sospechosamente nadie habla.
2.    La Tasa de Interés de referencia permanece en el 27,25%, y el BCRA no interviene en el mercado secundario de LEBACS para bajar los tipos de interés, en función de los rendimientos de los papeles que ya están circulando.
3.    El BCRA anuncia que va a comprar y vender dólares en la medida que sea necesario para mantener su cotización en este nivel “en la convicción de que, en las condiciones actuales, una depreciación mayor a la ya ocurrida no estaría justificada ni por impactos económicos reales ni por el curso planeado de su política monetaria y que, de no evitarse, tendría el potencial de ralentizar el proceso de desinflación”.
4.    Los dirigentes sindicales siguen cerrando salarios con, por lo menos, 6 puntos menos de capacidad de compra a fin de año.
5.    El principal empresario agropecuario de la Argentina (Gustavo Grobocopatel)  pide más devaluación: dólar a $26,5.
6.    Ayer, en Expoagro, el Presidente anunció la eliminación de los controles sobre productores, tierras y semillas, fiscales y sanitarios. Los Registros abolidos se dirigen centralmente a darle trazabilidad a la producción y su valor, a fin de constatar la veracidad de las liquidaciones de impuestos de la cadena agraria.  A partir de ahora los empresarios agrarios podrían pasar sencillamente por la agencia local de la AFIP y dejar lo que les parezca, o les venga en gana, en materia de pago de impuestos.
7.    Estas reformas tienen impacto sobre la recaudación y el equilibrio fiscal; la cuestión relacionada con la liquidación de divisas ya fue desregulada por el Gobierno en estos dos años, en los que habilitó virtualmente la no liquidación de los dólares de exportación de granos, ni en forma inmediata, ni en la plaza local.

Todos los elementos indican que para fin de año la cruenta lucha entre facciones empresarias prepara un movimiento de tenazas sobre el salario real para equilibrar, a las trompadas, los desequilibrios externo y fiscal.