El jefe del Ejército de Brasil, general Vilas Boa, conminó al Tribunal Superior de Justicia a que meta en prisión al ex presidente Lula da Silva para “erradicar la impunidad”. Pero el trasfondo político es muy oscuro y genera tensión en toda Sudamérica.

Lo que ocurre es que esta acción se convierte en un claro planteo golpista cuando se le suma la militarización de Río de Janeiro, el asesinato de activistas de izquierda y persecución a todo tipo de opositores al gobierno de Michel Temer.

El Tribunal Superior se encuentra dividido y no se define si encarcela a Lula de inmediato o si le permite esperar en libertad a la última apelación que el ex mandatario presentara para rechazar una condena a 12 años de cárcel.

La división del Tribunal deja al desnudo la crisis política que ha desatado y todo el revuelo sobre una posible victoria de Lula en las presidenciales de octubre próximo.

Algunos sostienen que existen vericuetos técnicos que le permitirían ser candidato igual, aún cayendo preso pero en un país gobernado por corruptos, desde el presidente Temer y el Congreso hasta el último de los gobernadores, el encarcelamiento inmediato por exigencia militar constituye un golpe de estado en regla. Y si llega a ocurrir, cuando los militares tomen el poder las elecciones serán vetadas para todos.