La República Bolivariana de Venezuela está en crisis y el imperialismo yanqui metió mano en la cuestión: designó a dedo un nuevo presidente, llenó las calles de levantamientos y le da forma a algo que se parece mucho a un golpe de Estado con el actual mandatario, elegido en elecciones nacionales, Nicolás Maduro.

“Hoy 23 de enero de 2019, en mi condición de presidente de la Asamblea Nacional, invocando los artículos de la Constitución (...) ante Dios todopoderoso, Venezuela (...) juro asumir formalmente las competencias del Ejecutivo Nacional como presidente encargado de Venezuela”. Así fue como Juan Guaidó se autoproclamó nuevo presidente de Venezuela.

Guaidó, elegido por Donald Trump, se dirigió a las Fuerzas Armadas reforzando su llamado a que tomen cartas en el asunto y aprovechó para recordarles que existe la Ley de Amnistía para “los que decidan ponerse del lado de la Constitución”, y que a partir de la primera semana de febrero se imprimirá por miles dicha Ley de Amnistía para ser repartida en los cuarteles.

Maduro no tardó en responder a la provocación y salió desde Miraflores con un claro planteo: “¿Nos vamos a cansar? No señores, vamos a insistir hasta la democracia, hasta la libertad, hasta que a cada venezolano le llegue el pan a la mesa, hasta que regrese el agua, el gas a las casas de Venezuela, hasta que nuestros hijos regresen a nuestro territorio nacional, hasta que logremos en definitiva la prosperidad”.

Durante todo el día se realizaron las marchas, de uno y otro lado, en diferentes ciudades del país. Y si la convocatoria, al menos inicial, fue más del lado de la derecha pura y dura que del chavismo. Esto se notó en las calles pero también en el apoyo político: varios presidentes avalaron esta intervención e intento de tirar la gestión de Maduro, entre ellos el argentino Mauricio Macri.