La aparición del coronavirus en la ciudad de Wuhan, donde trabajan los científicos del instituto que estudian esa familia exacta de virus, alimentó la especulación de una filtración por un objeto o un integrante del personal contagiado. La falta de respuestas del Gobierno chino alimentó las sospechas. 

Danielle Anderson, viróloga australiana experta en virus transmitidos por murciélagos, es la única científica extranjera que ha realizado una investigación en el laboratorio BSL-4 del Instituto de Virología de Wuhan, el más equipado en China para manejar patógenos mortíferos.  

“No es que fuera aburrido, pero era un laboratorio regular que funcionaba de la misma manera que cualquier otro laboratorio de alta contención”, dijo Anderson. “Lo que la gente dice no es cómo es”, señaló en una entrevista con Bloomberg News. 

Anderson estaba en el terreno en Wuhan cuando los expertos creen que el virus comenzó a propagarse. El Instituto tiene la designación de bioseguridad más alta y requiere que el aire, el agua y los desechos se filtren y esterilicen antes de que salgan de las instalaciones. Había protocolos y requisitos estrictos destinados a contener los patógenos y los investigadores debían entrenarse para obtener una habilitación para trabajar solos. 

La administración Trump puso en el tapete la idea de que el virus escapó de las instalaciones de Wuhan a partir de algo que salió muy mal en el instituto, el único que se especializa en virología, patología viral y tecnología de virus de unos 20 institutos de investigación biológica en China. 

Los virólogos y expertos en enfermedades infecciosas inicialmente descartaron la teoría, señalando que los virus saltan de animales a humanos con regularidad. No hubo evidencia clara dentro del genoma del SARS-CoV-2 de que hubiera sido manipulado artificialmente, o que el laboratorio tuviera cepas progenitoras del virus pandémico.  

Sin embargo, el régimen chino se encargó de evitar el ingreso de expertos internacionales durante más de un año. A pesar de eso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elaboró un informe donde consideró mínima la posibilidad de una fuga de laboratorio. 

Anderson dijo que no conocía a nadie del instituto de Wuhan que estuviera enfermo hacia fines de 2019. “Si la gente estuviera enferma, supongo que yo habría estado enferma, y no lo estaba”, sostuvo. “Me hicieron la prueba del coronavirus en Singapur antes de vacunarme y nunca lo había tenido”. 

De todas maneras, la científica sostiene que tampoco es imposible que el virus se hubiera escapado de Wuhan, un patógeno puede salir de las instalaciones por error. “No soy lo suficientemente ingenua como para decir que descarto absolutamente esto”, remarcó. 

Anderson está convencida de que ningún virus se creó intencionalmente para infectar al mundo y considera que se necesita una investigación para determinar el origen del virus de una vez por todas. 

“La pandemia es algo que nadie podría haber imaginado a esta escala”, dijo. Los investigadores deben estudiar el camino recorrido por el coronavirus para determinar qué salió mal y cómo detener la propagación de patógenos futuros que podrían causar desastres. “El virus estaba en el lugar correcto en el momento correcto y todo se alineó para causar este desastre”. 

Fuente: 0221.com.ar