“La candidatura de Macri atada al dólar”

“La candidatura de Macri atada al dólar”

Así es el título de una minuta sobre la larga charla que dio un consultor político frente a banqueros y empresarios. La estabilidad del dólar es la estabilidad del gobierno, resumió y arrojó un número que es el único consuelo: nunca bajó de 35% el apoyo duro al macrismo. En los pasillos del Galicia, una suerte de casita de los viejos del “ruso” Dujovne, el comentario motivacional sobre la alternativa de Lavagna comienza a ser recurrente.

Pero está ocurriendo que la (in)estabilidad del dólar se pierde entre otros datos como los de pobreza e inflación. En resumen: no hay una crisis cambiaria, hay una crisis. El enorme humorista Tomás Rebord propone en Instagram el juego de la indiferencia con el dólar. Podríamos decir que como efecto social el terror sísmico del dólar fue levemente diluido en el mejunje de malas noticias diarias. Por supuesto que los efectos económicos de su suba son concretos, pero el estado de ánimo en esta escala inflacionaria también tiene algo de “tirar la toalla”: ya no se sabe cuánto se necesita ganar. Inflación y efecto “matete” cuando perdiste la brújula de si en el Chino está 20$ más el Casancrem que en el Día, pero ojo que el Nescafé está más caro, y así hasta llegar a la gran frase que me dijo un amigo en huelga: “no necesito un aumento, necesito un golpe de suerte”. Y todo lo que se puede decir sobre el número de 32% de pobreza nacional lo dijo el gran sociólogo Mariano Canal al tuitear: “La distancia entre el 46,7% de niños pobres y el 9% de mayores de 65 años pobres es la distancia entre el país que fuimos y el que inexorablemente viene, mucho peor”.

En mayo es la convención radical que de alguna manera pone a prueba la supervivencia de la sigla Cambiemos. Qué largo camino desde Gualeguaychú. Si atamos la “rebelión” radical a la cada vez más evidente fricción interna de Macri/Peña contra Vidal/Larreta, si analizamos las salidas de elenco (Nicolás Massot avisó que deja el parlamento por una beca en Estados Unidos), aparece la imagen de Macri como un liderazgo que se consumió casi todas las estructuras políticas que le dieron sustento pero le queda el Estado y la política. 

La “desesperación periodística” en torno al “plan Vidal” que salvaría al gobierno de una derrota electoral es el “en caso de incendio rompa el vidrio”, y suena a que el gobierno preserva un “plan B” donde Vidal deberá “no ser Macri” para ganar. Pero Marcos Peña completó semanas atrás un raid periodístico en el que intentó despejar las dudas sobre esas “alternativas”. Con cara de póker, intentó transmitir alivio, como lo hizo incluso en el Senado de la Nación frente a los escasos senadores que se quedaron a interpelarlo. Aquí no ha pasado nada.   

Suena cada vez más insólito que esta vez se rompa el maleficio de los gobernadores de la PBA. ¿Cómo mide Macri en el GBA? Hay municipios de la tercera sección electoral que está casi por debajo de los 10 puntos. El gobierno se dedicó a romper el GBA: su población, su economía, su imaginario. De hecho la figura de Vidal no es la de una bonaerense del interior. Intentó, por el contrario, contrapesar el poder de Cristina construida casi en espejo, pero fue la cara de un proyecto político anti Conurbano. De modo que resultaría insólita en un sentido “la variante Vidal”, aunque claramente nada resulta insólito en términos electorales.    

En este marco de la crisis resultan evidentes las situaciones de “despegue” de los aliados del gobierno. Vemos a diario periodistas que se deslindan o que levantan un tono crítico. Para deleite de twitter el despegue público de Federico Andahazi, por ejemplo. Que ahora acusa a Marcos Peña de “asfixiar a Vidal”. Lo llama soberbio. En honor de verdad hubo una parte de la old school periodística que siempre estuvo “incómoda” con el macrismo. Una parte del periodismo clásico que fue “naturalmente” anti kirchnerista tuvo resistencias al formato de gobierno. Cuestiones de forma. Lo cierto es que el dato duro de pobreza descolocó a todos y sobre todo a ese periodismo anti peronista (“el peronismo es una fábrica de pobres”, fue su lema). El gobierno pidió ser evaluado en relación a la disminución de la pobreza.