¿Puede el peronismo perder La Matanza?

El papelón de Pinky quedó patente en una placa de Crónica aquella tarde de octubre de 1999. La conductora histórica de televisión, la que celebró en cámara el paso de la televisión en blanco y negro a la televisión a color, quiso celebrar su triunfo como intendenta electa para el municipio de La Matanza. Que el boca de urna le daba varios puntos arriba, que quiso copar la escena, lo cierto es que ese papelón político configuró una jugada que casi logra todo: la Alianza ganaba en La Matanza, la provincia de Buenos Aires y el país. Un sonriente Ruckauf horas después ratificaba que la provincia quedaba en manos peronistas. “Se lo dedico a mi mamá”, balbuceó Pinky en su emoción. Pero le sacaron la silla. El hoy recordado Alberto Balestrini se quedó, seguramente para la suerte de los matanceros. 

Las últimas elecciones del año pasado mostraron que la fortaleza peronista, la última y primera fortaleza electoral, se llama Tercera Sección Electoral. El peronismo obtuvo en 2011 el 67% en esa Tercera contra el 10% del Frente Progresista, en 2015 el 48% contra el 23% de Cambiemos. En 2017 se mantuvo en casi 50% frente a un 30% de Cambiemos. 

Ese piso de votos no expresa una supuesta maquinaria electoral, sino una contraseña más profunda entre sectores populares y el antiguo FPV liderado por Cristina, luego de doce años donde millones de personas vivieron mejoras concretas en su vida. Paradójicamente, esa raigambre también mostró su límite. Su propio corsé electoral. El peronismo nació bonaerense. Diríamos: es bonaerense, luego existe. Lo es desde 1945, en tanto expresó como en ningún otro territorio la representación obrerista y territorial de la Argentina industrial. Y con los años, mantuvo en ese territorio demacrado por los proyectos des-industrialistas, su poder territorial. Podríamos decir, utilizando las metáforas anti peronistas, que el peronismo pasó de la “guardia sindical” a los “barones del conurbano”. Lo que mutó fue la clase. No se hizo toda más pobre, sino que sufrió un proceso de fragmentación. Los cambios y mutaciones de las décadas volvieron al peronismo más un partido de los pobres que un partido de los obreros. Menos obreros o clase obrera fragmentada, más pobres. La Argentina de la democracia es la Argentina del 30% de pobres. 

En estos días el propio Cambiemos vive una “interna” que el sitio La Política Online hizo pública: parece ser cierto que Esteban Bullrich desea dejar el Senado y volver al Ministerio de Educación, actualmente a cargo de Finocchiaro, que está metiéndose de a poco en la política de La Matanza. De cumplirse los deseos de Bullrich, accedería a una banca en el Senado José Torello. 

En las pasadas elecciones el oficialismo rondó los 30 puntos, mientras que UC con Cristina a la cabeza sacó 50. Cristina tuvo ahí su base de votos que le aseguraron un segundo lugar. Cristina perdió. Si se desmenuza brevemente se puede decir que una mayoría de esos 30 puntos de Cambiemos, los recogió de las localidades más cercanas a la capital o a sus vecinos Morón y Tres de Febrero, gobernados por el macrismo. En los fondos matanceros, el peronismo repitió su caudal.

Un indicador para tomar en cuenta que este dúo Espinoza-Magario (y todo el peronismo) mira en serio al cambiemismo es, más allá de la desventaja de estar peleados con Nación y Provincia, el hecho de que se han amainado las internas del justicialismo local. Aunque Espinoza fue desplazado de la conducción del PJ bonaerense, tanto él como Verónica Magario se descarta que serán parte central del dispositivo de disputa el año próximo. 

La partición de Matanza fue un fantasma que se agitó a conveniencia, para molestar al peronismo. ¿Querrá el vidalismo avanzar en serio con este asunto? ¿O ahora que la idea de “ganar La Matanza” se hace más seria prefieren ganarla tal como está? ¿Para qué dividir un distrito si lo puedo ganar entero?

Al decir de Ricardo Rouvier, lo que se ve en La Matanza es un contrapeso de presencia estatal contra el poder territorial. Ejemplo: la creación de nuevas comisarías. Eso es sinónimo de conflicto, como el caso del traslado del Mercado de Hacienda desde Liniers. Magario se puso firme con este asunto y lo rechazó,  y el traslado fue frenado por la Justicia (Juzgado Federal 2 en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de San Martín). Sin embargo, los vecinos advierten que se realizan trabajos en un terreno ubicado enfrente del Mercado Central, en Aldo Bonzi.

Una cuestión a tener en cuenta es el plan que anunció el gobierno bonaerense para la urbanización de villas en el Conurbano. En suelo matancero esto se aplicaría en Puerta de Hierro y San Petersburgo. La obra más conocida del gobierno nacional en Matanza fue el Metrobus de Ruta 3, proyecto que heredó del gobierno cristinista. Magario se adjudicó la obra con cartelería del municipio, siendo criticada por Dietrich en la inauguración el año pasado. El año pasado Macri y Vidal inauguraron un Centro de Transbordo del Metrobus en la rotonda de San Justo.

Lo dicho.