¿Qué es el voto massista?

Independientemente del acuerdo con Massa, lo que está pendiente para el peronismo kirchnerista es la recaptura del voto massista. Que es un voto de capas medias. La decisión de la candidatura de Alberto Fernández se direcciona hacia ese segmento que fue el segmento que también contuvo el kirchnerismo en su edad dorada: el primero gobierno de Kirchner.

Las clases medias son una sucesión de capas en las que inevitablemente se suman los mal llamados “aspiracionales”, las “nuevas clases medias”, ese gran Camello del Corán peronista: las capas medias de los conurbanos. Los hijos del modelo kirchnerista que finalmente votaron contra él, podrían simplificar.  Son los que encarnan un sentido común de progreso que se instaló durante décadas y que podemos también reducir a esto: progresar es privatizar mi vida. Pasar de la escuela pública a la privada, de la salud pública a la obra social, de la obra social a la prepaga. ¿Qué visualizan como progreso? En parte sacarse el Estado de encima. Representan la tendencia irreversible de individuación. No es el massismo como identidad política sino el massismo sociológico. Las clases medias y medias bajas metropolitanas, capaces de tener una filiación histórica y familiar con el peronismo porque… fueron el fruto, en muchos casos, de la movilidad ascendente.

Ese segmento vecinal, que se ufana, con justicia, del “mérito propio”, del “no le debo nada a nadie”, que sufre la inseguridad, que “sufre” los paros docentes, que en ciertos casos forman la “aristocracia obrera” que paga MNI, de eso nació Massa. Los expresó. Articuló un hartazgo con el kirchnerismo, sobre todo en los últimos años, en ese proceso que va del último triunfo de CFK en 2011 hasta 2015. Se sintieron destratados o, de mínima, no comprendidos por el horizonte de su discurso. Massa irradió política subido a los techos de los barrios del Gran Buenos Aires. Es tradicional el sesgo populista de los últimos años que intentó una pedagogía sobre ese voto: lo que tenés, lo que comprás, todo tu progreso, se lo debés al Estado. Pero en la Argentina post 1983, siempre es difícil esa relación entre individuo y Estado. Conviven consensos simultáneos. Un estudio de opinión puede tipificar que la gente “está de acuerdo” con las regulaciones del Estado, con las nacionalizaciones de ciertas empresas como Aerolíneas, y a la vez, esas mismas personas tienen intuiciones anti políticas y anti estatales.

Ese “massismo social”, que no es su voto cautivo, luego pudo votar a Cambiemos, y tal vez muchos hoy votarían más a Vidal que a Macri, porque se sienten intuitivamente más próximos a la sociología de esa candidata. Una chica de Flores, de escuela católica y narrativa de progreso.

La candidatura de Alberto, la negociación con Massa, reconstruyen las condiciones de un voto que contenía “eso” también. Porque, lisa y llanamente, son los que no votarían a Cristina. Por eso lo que está en juego debajo de las negociaciones con Massa, entonces, no es sólo un acuerdo de cúpulas y el gesto simbólico (una unidad hasta que duela… a todos), sino un desafío histórico: reconstruir el voto del primer kirchnerismo, del pre populista, de cuando el consumo y el empleo asordinaban los incipientes “relatos”.