El intendente imaginario

El periodismo no necesita preguntar gran cosa para saber lo que piensa el enigmático “intendente 136”, que gobierna un distrito del casi Conurbano y da definiciones sobre todo: la unidad, Vidal, la gestión, Vidal, Vidal, Vidal y Vidal.

Lo que sigue no ocurrió, pero es ilustrativo. El fin de semana pasado, este cronista visitó el distrito 136 de la Provincia de Buenos Aires para una entrevista con su intendente, Luis Rubén-Constant: un joven de 55 años que estuvo siempre en el peronismo, y siempre en la renovación del peronismo, y siempre con los que se iban o se quedaban en el peronismo. Durante una larga conversación que tuvo lugar en su atildado despacho, Constant rescató a todos: algo de Randazzo, de Massa, de Kirchner, de Duhalde, de Cafiero, de Menem, de Ruckauf, de Isabel Martínez de Perón. No teme ser catalogado como un “dialoguista de centro”. Elogia su gestión: “a pesar del mal momento económico, sumamos diez cámaras de seguridad en el último año”. Recibió a este medio con un elegante saco tweed marrón, de gabardina, cuyo cuello no tapaba del todo el tatuaje de águila que le crecía por la nuca hasta morderle, casi, un ojo.

-En el peronismo existe una suerte de pelea de tono, entre los moderados y los críticos. ¿Dónde se ubica usted?

-Yo soy profundamente demócrata, así que si otros piensan de otra manera me parece espectacular, maravilloso. Sinceramente no creo que los buenos estén de un lado y lo malos del otro. Creo que los malos y los buenos están del mismo lado: la gestión. Yo soy un gestor y un político, no distingo la izquierda de la derecha. Los políticos somos todos iguales. Yo fui parte del gobierno nacional (del Frente para la Victoria), adherí a la gestión, pero había cosas que no me gustaban. También creo que si uno las cosas las plantea desde un lugar muy extremo es difícil conciliar. Yo no comparto el cierre de las escuelas, pero trabajo muy bien con el ministro de Educación (Gabriel Sánchez Zinny). A mí me permitió abrir cuatro jardines de infantes. Por eso no cuestiono la política educativa de la Provincia, ni la paritaria docente, ni la suspensión de las netbooks. Por estos cuatro jardines. Cuatro. Está mal que cierren escuelas, pero está bien que yo pueda hacer cuatro jardines. Eso cambia todo. Por eso yo no critico a Vidal. Es una mujer valiente, que enfrenta a las corporaciones. Una genia. Una mezcla de Cleopatra con Graciela Alfano. Una diosa mística.

-¿Cómo es su relación con la gobernadora?

-Normal. Institucional. De diálogo y respeto. Creo que encaró temas históricos de la provincia. Mi principal diferencia con ella es que está mal rodeada. No me refiero a su gabinete, que es toda gente con mucha sensibilidad, Salvai, Lacunza, Finocchiaro que ahora se fue para Nación, todos tipos que siempre atienden el teléfono. Está mal rodeada por Macri. Creo que, por figurar en la misma lista que el Presidente, Vidal quedó pegada a las políticas de ajuste del Gobierno nacional.

-Pero ella forma parte del riñón de Macri…

-Yo le recomendaría que no deje de ser la mujer que escucha a todos, que no se encierre en pocos, sino que abarque el diálogo más amplio posible para que su gestión no se reduzca, sino que se enriquezca. Es decir, le pido que se reúna la semana que viene conmigo. Siempre digo: con Vidal no alcanza, sin Vidal no se puede. Hay que buscar la síntesis entre Vidal y Vidal.

-Para usted, Macri y Vidal son dos cosas distintas.

-Ella tiene más sensibilidad que él. Más conciencia social. Pero Cambiemos le hizo un cerco que le hace perder contacto con el territorio. Fijate que ahora volvimos al Fondo. Y yo no tengo nada contra eso, porque en esta historia no hay buenos ni malos, pero me parece que el Fondo Monetario Internacional tiene un piso alto y un techo bajo. La sociedad quiere respuestas y no que nos estemos peleando. No hay que excluir a Christine Lagarde. Tenemos que volver a enamorar a la sociedad. Tenemos que sacarnos menos fotos y consensuar más. Mirar el futuro. Yo tengo que atender las demandas del territorio: la inseguridad, el narcotráfico, la Triple Frontera, Israel, Palestina.

-Usted estuvo en el FPV y ahora resulta imposible saber qué piensa. ¿Cómo ve el futuro del peronismo?

-Yo tengo un montón de amigos y compañeros ahí, pero ahora tenemos que construir un barco más grande, sin prejuicios. La gente no te vota de acuerdo a tu ideología. Yo tampoco voto por ideología. Me aburre la política, de hecho. Yo soy peronista, pero no puedo decir que ahora todo está mal o todo está bien porque no lo pienso, no lo siento y además no es así. Es más valiente ser claro y sincero. Porque, además, aquellos que hemos participado de un proceso político anterior también tenemos que asumir errores. Por momentos hemos sido sectarios: el que no pensaba igual a nosotros era un enemigo.

-Usted se lleva bien con Massa, Randazzo, sectores del cristinismo, sectores del nestorismo y sectores de Twitter. ¿Hay 2019? ¿Cómo se arreglan las diferencias? ¿Habrá internas?

-Ojalá lo supiera. Yo creo que puede haber una gran PASO entre el kirchnerismo por un lado, y otro lado vinculado a Urtubey, Pichetto, Bossio, Randazzo, Massa…

-¿Y usted en cuál está?

-Es muy pronto, pero imagino un tercer sector, que realmente no sea ni lo viejo ni lo nuevo, que represente a todos. Hay que renovar todo, pero sin excluir a nadie: porque no podemos excluir a Pichetto, Barrionuevo, Servini de Cubría, la Embajada de Estados Unidos…

-¿Pero cómo se hace para estar en un “tercer sector” y simultáneamente “contener a todos”?

-… Tinelli, Sampaoli, el Papa, las Pymes, los tarifazos, los centros de jubilados, los Barrios de Pie… Pienso en una gran unidad de todos contra nadie. Con diálogo, respetando las diferencias, trabajando en equipo con la Gobernadora, podemos lograr la paz mundial. Una paz mundial pragmática, que escuche a los intendentes, porque en definitiva somos el primer mostrador del Estado.

-¿Usted irá por la reelección en su distrito? ¿O ya aspira a pegar el salto?

-No es momento de hablar de listas. Yo sueño con ser el Intendente del Universo, es decir, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires; aunque sé que todavía no es mi momento y hay compañeros que están muy bien preparados.