Pocos saben que el 1 de mayo de 1890 se celebró por primera vez en la Argentina, en Rosario, el Día del Trabajador y que la oradora principal fue una mujer. Se trata de Virginia Bolten, una militante anarquista, sindicalista y feminista que dirigió el diario anarcofeminista argentino La Voz de la Mujer. Desde el escenario, Bolten subió con la bandera negra del anarquismo y denunció la explotación de las obreras y los obreros.

Ciento veintiocho años después de aquella hazaña, las mujeres seguimos siendo más explotadas que los varones. 

Por caso, el último informe del Foro Económico Mundial acerca de la equidad de género entre varones y mujeres indica que la Argentina bajó en el ranking del puesto 33 al 34. La brecha salarial en la Argentina ubica los salarios de las mujeres un 30% por debajo que el de los varones. A la vez, se registró por primera vez en diez años, un retroceso a nivel mundial de la paridad. Según la proyección del informe tendría que pasar un siglo para que, a este ritmo, la brecha salarial se vea compensada. 
Si ponemos una lupa en Argentina, el trabajo peor pago y con mayor informalidad es, por supuesto, un trabajo que realizan las mujeres. 

Según los datos del Indec del tercer trimestre de 2017, en un año se crearon 192 mil puestos "cuentapropistas", de los cuales 106 mil son "en negro" y 94 mil registrados. El servicio doméstico tiene la tasa más alta de informalidad: 72,13%.

Según relevó de la encuesta permanente de hogares de 2017, el doctor en Sociología Daniel Schteingart, el 97 por ciento del servicio doméstico son mujeres. Del empleo total en argentina de los trabajadores registrados, el 8 por ciento son trabajadoras domésticas. Si sólo se mira el porcentaje de mujeres que trabaja, el 17 por ciento son empleadas domésticas.  El 75 por ciento de las trabajadoras domésticas está en negro; su salario es apenas el 44% del salario medio. 

Lo cierto es que en nuestro país, desde el 16 de abril del 2014, se reglamentó—después de varios años desde que se presentó en diputados y senadores y no sin un debate álgido y durísimo—la Ley de Trabajadoras de Casas Particulares (26.844) que beneficia a 1,2 millones de trabajadoras de las cuales el 80 por ciento está en negro. La ley les da a las trabajadoras ART, vacaciones, retención de una cuota sindical a través de la AFIP, pago por cuenta a sueldo, la prohibición de que trabajen menores de 16 años y la obligación de que si se emplea a jóvenes tengan que estudiar, indemnización por despido sin causa, una jornada limitada, licencia por maternidad, etc . 

Según la periodista Luciana Peker, en su libro “La revolución de las mujeres no era solo una píldora”, “el imperio de la ley, no lava las culpas de quienes piden que les pasen la escobita por sus baños pero no blanquean a sus empleadas domésticas. La tasa de informalidad en el sector alcanza el 80 por ciento de las trabajadoras. Y eso repercute en las condiciones laborales femeninas, ya que dos de cada diez mujeres ganan sus ingresos por barrer y planchar”. 

Entonces ¿qué tenemos para festejar las mujeres en nuestro día como trabajadoras? Festejar la lucha y seguir el ejemplo de Bolten y otras tantas que como ella, que se multiplican.