Las mujeres se encargan de cuidar a hijos (propios o ajenos), limpiar la casa y cocinar, estar disponible para asistir a enfermos. Son tareas que se les delegaron siempre porque naturalizaron algo que, en realidad, es político. 

El capitalismo considera a las mujeres como las proveedoras de "mano de obra". ¿Por qué? Porque, obviamente, son quienes pueden dar a luz a niños que, tras capacitarse en oficios y profesiones, serán los hombres encargados de mantener el sistema: status quo político, la explotación laboral y opresión cultural. 

Y si las mujeres son útiles especialmente por su rol de madres de futuros trabajadores lo primordial es que se concentren en ese rol. Por eso desde lo cultural se exacerbó la importancia de que cuiden a sus hijos, para que crezcan sanos y obtengan la capacitación necesaria para ser mejor mano de obra; que cuiden el hogar y ambiente; que hagan todo eso y, en la medida de lo posible, también cumplan jornadas laborales (en condiciones precarizadas). 

Desenredar todo ese tejido político y cultural es uno de los objetivos de campañas feministas que promueven hoy el paro internacional y toman al 8M como una jornada de lucha. 

Eso que llaman amor es trabajo no pago