Si bien todos los esfuerzos sanitarios están abocandose a contener la pandemia de coronavirus, otro problema de salud atraviesa a la Argentina: el dengue.

En este otoño tardío -que, en la ciudad de Buenos Aires aún manifiesta temperaturas cálidas- la presencia de Aedes aegypti se hace notar.

Si bien se esperaba la llegada del frío para que dejen de existir los mosquitos que contagian dengue, esto no ocurrió.

Investigadores del Grupo de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA descubrieron que, en ejemplares de Aedes de la provincia de Buenos Aires, las hembras desarrollaron una adaptación al clima que, en función de las horas de luz, le indica a los huevos cuándo es el momento indicado para eclosionar. Este mecanismo se llama “diapausa” y , hasta el momento, nunca había sido descripto en esta especie.

"En otras especies de mosquitos, la señal ambiental que determina si los huevos van a querer eclosionar o no es el fotoperiodo -la cantidad de horas de luz que experimentan las madres de los huevos-, ya que es un indicador mucho más confiable que la temperatura, que es fluctuante y podría confundir a los bichos", explicó la investigadora de CONICET Doctora Sylvia Fischer a la Agencia CTyS-UNLaM.

Aedes aegypti vive en regiones cálidas y tropicales. La temperatura es un factor suficiente para que los huevos del mosquito se conviertan en larva y sigan el ciclo hasta volverse adultos. Sin embargo, en Buenos Aires y otras regiones del país, esta observación no parece cumplirse siempre.

“Muchísima bibliografía científica sostiene que el mosquito Aedes aegypti  no iba a poder franquear determinados límites climáticos”, apuntó Fischer, y agregó que, sin embargo, “en Argentina, el vector está avanzando en su distribución y se lo ha encontrado tanto en el centro de Buenos Aires como en La Pampa, Mendoza, San Juan, Neuquén y Río Negro”.

El inusual cambio adaptativo de las hembras de Aedes locales parece tener larga data en Buenos Aires. 

“Nos empezamos a encontrar con resultados inesperados pero, en principio, pensamos que se trataba de un error. En el 2016 nos volvió a pasar y ahí se nos prendió la lamparita”, recordó la investigadora.

Según Fischer, los estudios fisiológicos y ecológicos posteriores no hicieron más que corroborar esa hipótesis, pero aun faltan análisis de tipo genético que permitan comprender el fenómeno desde otra dimensión.

Si bien Aedes parece haber encontrado nuevas estrategias contra el frío del territorio argentino, el mayor reto lo enfrenta cuando los vecinos se organizan y eliminan los criaderos de sus casas. Frente a eso, no hay adaptación que valga.

Fuente: http://www.ctys.com.ar/