Hasta el día que su sobrina Sheila Ayala desapareció, Fabián González no dejaba que sus hijos jugaran con otros chicos del complejo Campo Tupasy. No los dejaba salir del departamento del segundo piso. Sin embargo, el día que la niña de 10 años fue vista con vida por última vez el acusado les prohibió a sus hijos que subieran y entraran en la precaria vivienda.

Según los vecinos del barrio Trujui, el día que desapareció Sheila el esposo de la madrina de la niña cambió su conducta habitual. En la autopsia, los forenses indicaron que la víctima habría sido asesinada el mismo día que desapareció.

De confirmarse estos dichos de los vecinos, se complicaría más la situación de González y de su pareja, Leonela Ayala, que en su declaración indagatoria se desligó del asesinato y afirmó que no había estado en su casa entre las 11.30 y las 18. La imputada, madrina y tía de Sheila, dijo que se había ido con sus hijos a esa hora, aunque no precisó a qué lugar.

Un vecino describió a González como una persona autoritaria, que no dejaba que sus hijos jugaran con el resto de los niños que viven en el precario complejo. Pero, curiosamente, el día que Sheila fue asesinada, cambió su conducta. Aparentemente, para que no pudieran entrar en su propia casa.

Existe otro indicio que complica a González. Se trata de la reacción que tuvo el jueves, minutos antes del hallazgo del cadáver de Sheila.

Otro vecino que vive en Campo Tupasy percibió un fuerte olor dentro de su casa. La pared de su vivienda da al hueco de 60 centímetros de la medianera. Esa pared tiene agujeros por los que entraba el pestilente olor. El dueño de casa le pidió a su hijo que fuera a buscar a uno de los bomberos que participaban de la búsqueda de Sheila.

Un bombero llegó acompañado por un policía y apoyaron una escalera contra la pared para poder asomarse al hueco y tratar de encontrar la fuente del olor. Al advertir esa escena, González se acercó y habría increpado a su vecino gritándole: "¿Qué haces con esa escalera?", según relató uno de los habitantes del complejo.

Cuando el bombero y el policía se asomaron y caminaron por la parte superior de la pared, mientras hacían equilibrio vieron un colchón derruido y advirtieron el olor al que se refería el vecino. Debajo del colchón había una bolsa de basura; adentro estaba el cuerpo de Sheila.

Al revisar la casa de González, los técnicos de la Policía Científica encontraron una bolsa de basura similar a la usada para cubrir el cuerpo de la niña y una cinta de embalar idéntica a la que se utilizó para cerrar la bolsa. Con esos indicios, el fiscal de San Martín Gustavo Carracedo ordenó la aprehensión de González y de su pareja, Leonela.

El hecho de que la niña estuviera desnuda avala la presunción de que el móvil delmhomicidio habría sido un intento de abuso sexual. A estos indicios que complican al acusado se agrega una lesión en el brazo del imputado compatible con un rasguño provocado por alguien que intenta defenderse.

Leonela, que estaba embarazada, también quedó detenida, acusada del asesinato de su sobrina. A poco de descubierto el crimen los investigadores del caso dijeron que Leonela se había autoincriminado en una declaración en la comisaría en la que habría dicho que estaban borrachos y drogados y no sabían cómo había pasado lo que pasó.

Horas después de dar a luz su cuarto hijo, el viernes, la mujer decidió declarar, se despegó del homicidio y comprometió a su pareja.

Un abuso previo

Ante esta acusación, y cuando era perseguido por su mujer y algunos familiares, González se habría refugiado detrás de un auto abandonado. El caso nunca se judicializó. Cuando el vecino le preguntó a la madre de González en qué había quedadoesa acusación, la madre del imputado le respondió: "Leonela no va a denunciar nada. Entendió que todo queda en familia".

Este antecedente, sumado a otro episodio ocurrido hace un año y que un vecino puso en conocimiento de la policía, permitiría a los investigadores establecer un patrón de conducta del imputado que revelaría un supuesto perfil de agresor sexual.

La hija mayor de Leonela, presunta víctima de aquel hecho, no lleva el apellido González.


Fuente: La Nación