El viernes 31 de agosto fueron echados 565 trabajadores del ministerio y esas imágenes estuvieron signadas por la represión sobre la calle Paseo Colón ya son parte de la escena cotidiana. Porque se sabe: si hay ajuste, hay represión. Pero lo que pocos contaron es que de los 565 despidos del 31 de agosto, 451 eran de la Secretaría de Agricultura Familiar: la piedra basal del otrora ministerio. 

En 1994 nació el germen de esta área que fue el “Programa Social Agropecuario” que funcionó durante varios años con técnicos dispersos en todo el país en el campo profundo. Esto es, asistiendo a los agricultores familiares, a las comunidades campesinas e indígenas en los lugares más recónditos y vulnerables de la Argentina. Ese programa se convirtió en una subsecretaría y recién en 2014 alcanzó el rango de Secretaría, lo cual jerarquizaba—como decisión política—a los pequeños y medianos productores, a quienes no tenían las herramientas básicas para subsistir. En ese momento, Emilio Pérsico, uno de los dirigentes del Movimiento Evita presidía esta área. 

De los 1500 trabajadorxs de esa área, hoy quedan 650, menos de la mitad que abarcan las 22 provincias del país. 
Valeria Rubio es delegada de la junta interna ATE-agroindustria y explicó que: “la secretaría de Agricultura Familiar se atacó sistemáticamente y no ha tenido presupuesto desde que asumió Cambiemos. Y esto no es casual, es una decisión política”. 

Los técnicxs en el territorio se ocupan de asistir y acompañar a los agricultores familiares. Y “asistir” abarca acompañarlos no sólo en asistencia técnica referida a cuestiones productivas, sino que los técnicos cumplen un rol social importantísimo. “Al despedir a nuestros compañerxs les están quitando a los agricultores familiares derechos  porque ellos son quienes les garantizaban, por ejemplo, poder acceder al agua, a que obtuvieran su DNI, a que tuvieran una sala de atención primaria en sus comunidades, que los caminos de tierra se fueran mejorando. Eran los interlocutores entre las poblaciones más vulnerables y el Estado”, grafica Rubio. 

Los técnicxs del ministerio articulaban con otros organismos y dependencias. Era un trabajo en conjunto. Pero desde hace dos años empezaron a vaciar las delegaciones. Dejaron de alquilar las oficinas y los mandaban a reubicarse en oficinas de otros organismos. No les daban para los viáticos, el insumo básico que tenían para ir a los lugares más remotos del campo. “Nuestros técnicos que la mayoría tiene más de diez años trabajando fueron los que sostuvieron las acciones gracias a la articulación que ellos iban haciendo y sobre todo, gracias a su convicción. Hay provincias que solo dejaron tres personas o por ejemplo en la Provincia de Buenos Aires, el cordón hortícola más importante del país solo quedaron 27 trabajadores. Es imposible”. Y hay un dato que no es menor. Los trabajadores de la secretaría también brindaban asesoramiento en cuando a los derechos que tenían los campesinos en sus propias tierras. Por eso no es casual que en el sur de la Argentina sea a dónde más hayan arrasado con desmantelar estas oficinas: el lugar preferido de los amigos del Presidente de la Nación para “comprar” tierras. 

“El ministro Etchevhere quiere seguir beneficiando a las grandes empresas del agro”, concluye la delegada. 
¿Qué se puede esperar del Presidente de la Sociedad Rural Argentina que se convirtió en ministro-secretario de Agroindustria? Todo esto.