“No es política, no es religión, son valores acuñados desde el seno de nuestra Nación”. Así reza la frase escrita en aerosol negro sobre una bandera celeste que cuelga en una de las rejas de la Quinta de Olivos que colocaron los autodenominados “Pro Vida” o mejor dicho, “anti-derechos”. El lunes por la noche, convocados por dos ONG, Unidad Provida y Marcha por la Vida, un escaso grupo marchó desde las avenidas Maipú y Julio Roca hasta la Quinta de Olivos para decirle al Presidente que “cumpla con la promesa de defender la vida desde la concepción”. 
Se trata de la primera actividad de quienes están en contra del proyecto de ley por Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) que ya entró en la recta final y espera tratarse el 8 de agosto en el Senado de la Nación. 
La protesta es parte de un cronograma impulsado por la Iglesia que culminará el mismo día en que se trate el proyecto con una “Misa por la Vida” en la Catedral porteña que encabezará el cardenal Mario Poli acompañado por el presidente del Episcopado y obispo de San Isidro, Oscar Ojea quien a través de una declaración manifestó que “apoya y anima” a participar de manifestaciones. ¿Se animará algún funcionario del gobierno de Cambiemos que se manifestó abiertamente en contra a participar? ¿Irá María Eugenia Vidal que hace poco se sacó una foto con el pañuelo celeste y sentó posición? ¿Tanto miedo tienen que las mujeres decidan sobre sus cuerpos que llevaron a que la gobernadora alertara por la “imposibilidad de aplicar la ley” si es que se aprueba?
En esa línea, el Consejo Nacional de la Acción Católica Argentina (ACA) le pidió a sus fieles que “nadie debería quedarse en su casa en las próximas manifestaciones”. 
Lo cierto es que el sector de los antiderechos patrocinado por la Iglesia católica vive horas acuciantes y están dispuestos a todo cuando la propia realidad es la que los cachetea. Sus expositores más emblemáticos no solo hicieron papelones sino que fortalecieron a quienes estaban en dudas. El caso del “doctor” Abel Albino que fue deslegitimado por su propia organización—Conin—es el mejor reflejo no sólo de los argumentos sino del grado de seriedad y responsabilidad con que se lleva el debate.
Son los mismos que hostigan a los senadores que se pronunciaron a favor de la ley a través de mensajes a sus teléfonos personales y a sus casillas de mails. Incluso fueron hasta sus casas, en las provincias, y les realizaron escraches. ¿Hasta dónde pueden sostener este tipo de actitudes? 
Cuando en la madrugada del 14 de junio se aprobó el proyecto en Diputados, un millones mujeres, lesbianas y trans coparon las inmediaciones del Congreso. En medio de un frío polar, aguantaron, se quedaron. Fue esa la clave para que la votación se diera vuelta a último minuto. En esa misma jornada, el sector de la plaza que les estaba asignado a loso “antiderechos” se fue diluyendo hasta quedar vacía. 
Se estima que el 8 de agosto las mujeres serán esa cantidad o más. La calle volverá a ser la llave maestra. ¿Qué harán esta vez los “antiderechos” para tapar la realidad?