El personal de seguridad de la CGT—una decena de varones robustos con chaleco del gremio OSN (obras sanitarias)—estaba un poco revolucionado y atónito. En la puerta del histórico edificio de la calle Azopardo, donde funciona la Central Obrera, decenas de mujeres se congregaron en la puerta y realizaron un “pañuelazo” para pedir por el Aborto Legal Seguro y Gratuito y para participar de una reunión con la Secretaria de igualdad de Oportunidades y Género de la central, Noé Ruiz. 
Mientras afuera seguían llegando mujeres al grito de “aborto legal, en la obra social”, un nutrido grupo referentes como la diputada y secretaria general de Suteba La Matanza, Romina del Pla; Ileana Celotto, secretaria general de ADCUBA; VaninaBiasi, delegada de APPUBA, la dirigente Vilma Ripoll y las históricas Elsa Schvartzman y Nina Brugo de la Campaña, subieron al famoso “cuarto piso” de la CGT. Y por primera vez, la mesa desde la que miran enmarcados Juan y Eva Perón, en la que se suelen sentar todos varones de más de 60 años, se colmó de más de treinta mujeres con su pañuelo verde en el cuello. Toda una conquista simbólica en medio de un revuelo de dimes y diretes de los sindicalistas de cara al 8 de agosto: el día en el que el Senado deberá votar la ley que ya se aprobó en Diputados. 
En la típica mesa ovalada, Noé Ruiz le dio la bienvenida a todas, les dijo que era un “honor” que estén y mostró ella también con orgullo su pañuelo verde en el cuello: un dato no menor y significativo, porque junto a Juan Carlos Schmidt  uno de los tres secretario generales del Triunvirato son los únicos que abiertamente se pronunciaron a favor de la legalización. El resto o no se pronunció o participó del durísimo documento titulado: “Los peronistas decimos sí a la vida y no al aborto” entre los que firmaron sindicalistas de la talla de Hugo Moyano, Héctor Daer otro de los actuales secretarios generales de la CGT , Antonio Caló y Julio Piumato.
Lo cierto es que hace algunos días, un trascendido en el diario Clarin deslizó que el consejo directivo de la CGT había pedido una reunión con el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein, en donde le plantearían que las obras sociales sindicales no estaban en “condiciones de costear las prácticas si la ley fuera aprobada”. 
Sin embargo, el trascendido generó tal revuelo en el mundo sindical y lo adjudicaron a las tan afamadas “operaciones”, que tuvieron que salir a aclarar que la reunión no era para hablar puntualmente de eso, sino de otras cuestiones referidas a los juicios con las obras sociales. 
Todo eso lo plasmaron en una carta que la propia Ruiz repartió a las mujeres en mano. “Esta Central hasta el momento y tampoco en el futuro manifestará una posición institucional sobre el tema por el debido respeto a las convicciones personales (…) Por ese motivo, acompañaremos la decisión que derive de la votación en el ámbito del Congreso Nacional”, dice en algunos de sus párrafos. 
Parte de la campaña difamatoria de los “antiderechos” sostenía que de legalizarse el aborto, sería un elevado costo para las obras sociales, mito que fue desterrado por el propio ministro de salud en su discurso en las audiencias del Congreso. No sólo aclaró que no generará nuevos gastos, ni requerirá nuevas partidas presupuestarias, sino que de legalizarse el Estado evitará millones de pesos que el sistema de salud destina para cubrir la atención de los abortos ilegales. 
Lo cierto es que el aborto es un gran parte aguas también adentro de los sindicatos, sobre todo, donde existe mayoría de dirigentes sindicales varones y donde muchas mujeres dan una batalla silenciosa dentro de sus sindicatos incluso teniendo a sus cúpulas en contra.  
Por eso, la reunión fue un gran gesto de ambas partes. Ruiz aclaró el asunto y dijo había sido una movida de prensa mal intencionada con el único objetivo de desprestigiar la organización sindical. Pero fue más allá, habló en forma personal e íntima y no solo se manifestó a favor del aborto y sostuvo: “Es difícil en estos tiempos ser CGT y es difícil ser la única mujer cuando he luchado para que se sancione la ley de cupo sindical. Es difícil estar rodeada de hombres para trabajar temas de mujeres. Tenemos formas de trabajar de manera horizontal que el hombre no la posee, no la entiende”.
Después de sus palabras, muchas de las presentes tomaron el micrófono y le pidieron que la CGT se comprometa a garantizar la atención de las obras sociales si es que eventualmente se apruebe la ley y algunas se animaron a pedirle un paro nacional, aunque eso fue descartado de plano. 
Pero la mayoría salió satisfecha: saben que la foto de los pañuelos verdes en una institución de varones anquilosados históricamente en sus sillas, es un avance enorme. Incluso era algo inimaginable hace algunos años. El debate por la legalización del aborto está abriendo camino en los lugares más masculinizados como lo es la CGT. Salga o no salga la ley, ya nada será como antes.