Delia Cecilia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, murió este lunes a los 96 años. Se fue con la tranquilidad de haber encontrado a su nieto, Martín, robado por la dictadura, en 2015. “Cumplí con mi promesa de hace 39 años. Estoy feliz por poder decir ‘misión cumplida’”, dijo, satisfecha, en aquel momento. Abuelas difundió en la mañana de hoy el fallecimiento de una de sus 12 integrantes originales. “Expresamos nuestra más profunda tristeza por la partida de otra compañera”, dice el comunicado.

Giovanola nació en 1926 en la ciudad de La Plata. Hija de un escultor italiano y una ama de casa, fue maestra y bibliotecaria, y en 1946 se casó con Jorge Narciso Ogando, su novio de siempre, con quien al año siguiente tuvieron a su hijo, Jorge Oscar Ogando. “Fue el hijo deseado, querido, compañero y amigo”, contó alguna vez.

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Cuando ella tenía 50 años, en la madrugada del 16 de octubre de 1976, una célula del gobierno de facto secuestró a Jorge y a su compañera, Stella Maris Montesano, en su casa de La Plata. Ambos militaban en el PRT-ERP. Él era empleado del Banco Provincia. Ella estaba embarazada de ocho meses. Y ya tenían a la pequeña Virginia, que había nacido en 1973.

Cuando se llevaron a la pareja, Virginia quedó solita en su cuna. Delia, que había enviudado en 1963 y cinco años después se había vuelto a casar, con Pablo Califano, se enteró, fue a buscarla y se hizo cargo de ella, mientras buscó durante años desesperadamente a Jorge y Stella Maris.

“No abra, es el Ejército, queda una nena sola durmiendo en una cuna”. Uno de los secuestradores se lo dijo a una vecina del fondo de la casa de donde se habían llevado a los jóvenes militantes.

Años más tarde, por testimonios de sobrevivientes, se supo que la pareja estuvo en el centro clandestino de detención “Pozo de Banfield”, donde Stella Maris, que era abogada, dio a luz un niño el 5 de diciembre de 1976. El parto, “asistido” por médico genocida Jorge Antonio Bergés, fue en la cocina del lugar. Ella vio nacer a su hijo esposada, con los ojos vendados y arriba de una chapa. Dos días después le sacaron a su bebé, que fue vendido a un matrimonio. A ella la trasladaron al “Pozo de Quilmes”.

En octubre de 1977 Delia se jubiló para dedicarse a la crianza de Virginia y se integró al grupo fundador de Abuelas de Plaza de Mayo. “Cada vez que veía un chiquito lo seguía con la vista pensando ‘¿será mi nieto?’. Era muy dura la búsqueda”, recordó Delia durante su testimonio de 2021 en el juicio por los delitos de lesa humanidad cometidos en Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes y Brigada de Lanús.

“Me secuestraron con 8 meses de gestación, en la panza de mi madre, me hicieron nacer en la cocina de una celda toda sucia, sobreviví de casualidad. Me contaron que estuve con mi madre apenas tres días. Después me separaron de ella, me vendieron y durante 39 años me robaron mi identidad. Eso me pasó a mí, ni hablar a mis padres que los torturaron y los hicieron desaparecer. Mi madre me dio a luz esposada y con los ojos vendados arriba de una chapa, en un lugar asqueroso, mugriento”, contó Martín hace dos años a Infobae, en la primera entrevista que dio como nieto recuperado.

“Ese octubre del ‘76 me llama por teléfono a la escuela la hermana melliza de Stella y me dice: ‘Delia, se llevaron a los chicos’. No tenía la menor idea de qué me hablaba. ¿Quién los llevó? ¿Dónde? ¿Cómo? Era una pregunta tras otra. Y cada vez era peor la respuesta: terminé gritando y llorando en la dirección de la escuela. No entendía nada ni sabía nada. Yo hacía mucho que ya no vivía en La Plata, en la ciudad siempre hubo movilización estudiantil, eso lo viví toda mi vida. Pero acá en Ballester yo vivía en otro mundo, no existían las universidades, las luchas estudiantiles, nada. Y no entendía qué pasaba. Me fui a La Plata y me la traje a mi nieta Virginia a vivir con nosotros”, contó Giovanola a este medio.

Delia y su esposo se hicieron cargo de la crianza de Virginia. “Al principio éramos como los padres, criando a una criatura de tres años. Eran días de no poder llorar, con ella chiquita. Un día, después de no sé cuánto tiempo de que se llevaron a los padres, mientras la acunaba a la noche para dormirla, me dice: ‘¿Abuela, hoy no llorás?’. Los chicos saben todo”.

Delia salió con su instinto maternal a buscar a los papás de Virginia: “Entre las primerísimas madres, estaba Azucena Villaflor en la Plaza de Mayo, éramos muy poquitas y nos quedábamos paradas hablando, hasta que los militares con armas largas nos dicen ‘no pueden estar paradas, hay estado de sitio tienen que circular’. Y ahí empezamos a circular y, qué ironía, fueron ellos quienes nos obligaron a hacer la ronda. La verdad es que yo cuento la historia desde mis vivencias y mis recuerdos: yo busqué primero a mi hijo y mi nuera y después al nieto”.

En el transcurso de la búsqueda se enteró de que su nieto había nacido en un centro clandestino de detención. Que era rubio y de ojos celestes, y que los padres lo querían llamar Martín. Incluso supo que Stella conservó un trozo de cordón umbilical. Y, a través de otros detenidos, ese pedazo orgánico llegó a Jorge, como un mensaje para que él supiera que el bebé había nacido.

En toda la búsqueda, Virginia fue una compañía para Delia. La hermana de Martín donó su sangre al Banco de Datos Genéticos para que, en caso de encontrarlo, fuera cotejada con la de su hermano. En 2011, Virginia se quitó la vida. Tenía 38 años. Otro golpe para Delia. “Ella no pudo salir de una depresión muy tremenda. Es algo que no voy a superar nunca”, contó la Abuela en su momento y duplicó el esfuerzo y la promesa de encontrar a su hermano.

Cuatro años más tarde de la nueva tragedia familiar, Delia y Martín se reencontraron. Fue el 5 de noviembre de 2015. El primer contacto con él, que vive fuera de Argentina, fue por teléfono: “¡Te encontré!”, le gritó ella, y del otro lado, tras un silencio, Martín comenzó a hacerle preguntas, la empezó a llamar “abuela” y desde ese día mantuvieron una relación de abuela y nieto como si se conocieran de siempre.

“Llena de vitalidad y de entusiasmo hasta el último suspiro, graciosa, irónica, espontánea, de convicciones firmes, vecina ilustre de San Martín, Delia era la última Abuela fundadora que quedaba”, contaron desde Abuelas. “La vida me dio y me sacó, me castigó pero fui feliz”, cuentan que solía repetir esta mujer que también fue protagonista de una emblemática foto tomada en Plaza de Mayo durante la guerra de Malvinas.

“A esta institución, Delia le dio todo. Todavía no caemos en la cuenta de que ya no está, pero el vacío que se siente es enorme. Se ha ido una mujer luchadora, militante de la memoria, la verdad, la justicia y la alegría. ¡Hasta siempre, querida Delia!”, la despidieron desde Abuelas.

La partida de la querida Delia sacudió el arranque de la semana. La ministra de las Mujeres, Género y Diversidad, Eli Gómez Alcorta, fue una de las primeras en despedirla desde Twitter: “Hoy nos dejaste físicamente pero tu legado de militancia y amor va a acompañar siempre a quienes te admiramos y aprendimos de vos, Delia. Imposible no agradecer tu lucha, que la hacemos nuestra, para seguir transitando sin descanso el camino de Memoria, Verdad y Justicia”.

Fuente: Infobae.com