En agosto, después de Rusia 2018, Marcelo Gallardo se refirió en conferencia de prensa a la escasez de refuerzos que por entonces desvelaba a los hinchas de River.

“A veces, que abunden jugadores en un plantel no es lo recomendable y es mejor potenciar lo que tenemos”, había dicho el Muñeco, en vísperas del partido de ida con Racing por los octavos de final de la Copa Libertadores.

Eran tiempos en los que la novela de Mauro Zárate eclipsaba la angustia postmundialista.

Aquel diagnóstico de Gallardo sirve como modelo explicativo del problema que hoy aqueja a Boca: la incapacidad para conformar un “equipo”.

La responsabilidad de Guillermo Barros Schelotto en esta crisis futbolística se basa, entre otros factores, en la constante rotación que empleó casi como fórmula exclusiva de conducción.

De un partido a otro, cambia nombres y sistema. De un semestre a otro, cambia figuras, deja ir juveniles, compra suplentes de lujo (o permite que la dirigencia se los imponga).

Los últimos grandes equipos del fútbol argentino, los que dieron que hablar en Sudamérica (el Boca de Russo, Estudiantes de Sabella, el San Lorenzo de Bauza, el River de Gallardo), demostraron que los planteles ganadores no se forjan injertando figuras cada seis meses.

Se trata de saber mezclar. Siguiendo con los equipos anteriormente citados: “hambre de gloria” (futbolistas de vasta trayectoria que, como Rodrigo Braña, o Juan Mercier, o Juan Román Riquelme, no vislumbraban, no necesitaban, una venta a Europa. Ganar una Copa Libertadores con su club representaba para ellos el máximo desafío deportivo); “talento” (dos o tres figuras, como Ángel Correa o Ever Banega); “sentido de pertenencia” (juveniles u otros jugadores con varias temporadas en el equipo, como Jonatan Maidana).

El esquema, trazado por los lugares comunes, es simplemente una aproximación. Un intento de atrapar el sentido de esos conceptos futboleros que hoy le sobran a River y le faltan a Boca.

Para ello es clave revisar el criterio de compra. Boca compra, en su mayoría, futbolistas “con valor de reventa”. Quiere decir: futbolistas que no consideran al club como “el techo” de sus carreras. En otras palabras, que están de paso.

Nadie puede negar la jerarquía de futbolistas como Wilmar Barrios o Nahitan Nández. Tampoco se puede negar que uno de los motivos por los que firmaron con Boca es por la vidriera a Europa que representa este club.

Boca, que compite mano a mano con un plantel que mantiene su base desde el inicio del ciclo Gallardo, da ventaja en cada mercado de pases. Da ventajas con la mejor billetera del fútbol argentino. Eso es falta de gestión.

Fuente: 442.perfil.com