Frente a frente el mejor Darío Benedetto, seguro que el Ramón Abila de hoy pierde. Es que Wanchope afuera del área no pesa como el goleador lesionado y, además, sus desplazamientos lucen mucho más lentos.

Es lógico: son delanteros con diferentes rasgos. Eso sí, mientras Benedetto se recupera, parece ser el ex Huracán el socio ofensivo más apto que ofrece este plantel de Guillermo Barros Schelotto para exprimir a fondo a Cristian Pavón.

Jugar con un “9” de verdad es tanto una ventaja como una necesidad para cualquier formación con pretensiones gigantes como la de Boca y también para un rayo como Pavón, especialista en alumbrar por las bandas con su velocidad.

En un equipo que parece moverse en cámara lenta, Pavón resulta la excepción. Por eso suena a desperdicio cuando el Mellizo se inclina como centrodelantero por este Carlos Tevez de 34 años, frenado, sin vivacidad.

En esos casos, Boca y Pavón atacan, pero en general no encuentran presencia en el área adversaria. Les pasó, por ejemplo, con San Lorenzo, en la final con River y en Barranquilla, en tres de los partidos más pesados de este 2018, ninguno coronado con victoria.

En cambio, con Wanchope en cancha, Boca y Pavón aceleran y encuentran esperando en la zona caliente a un “9” de verdad, más rápido o más lento, eficaz o fallando chances insólitas, para bien o mal pero siempre necesario.