¿Qué quiere Sampaoli? Un equipo agresivo cuando no tiene la pelota, que active la presión en tres zonas diferentes del campo, según el perfil del rival: nunca será en la mitad defensiva. Cree que esa manera de encarar los partidos se lleva perfecto con el temperamento del futbolista argentino de selección: "No estamos programados para esperar, nuestro carácter no nos lo permite", acepta la misma fuente. Para coordinar la presión, el cuerpo técnico dedicó muchos entrenamientos. En todos, Messi se colocaba por el centro del ataque y el 9 (Higuaín o Agüero) se corría a la banda izquierda. El dibujo táctico en la fase de repliegue -"el orden sirve para eso, no para atacar", dice el entrenador- puede variar entre el 4-3-3, 4-4-2 y 4-5-1.

¿Cómo formaría el equipo si tuviera que debutar hoy? Tendría a Willy Caballero; Gabriel Mercado, Nicolás Otamendi, Marcos Rojo, Nicolás Tagliafico; Meza, Javier Mascherano, Giovani Lo Celso, Ángel di María; Messi e Higuaín. Con Sergio Agüero por el delantero de Juventus, son los que enfrentaron a los suplentes -más algunos sparrings- en los dos tiempos de 30 minutos de la práctica de ayer. El 1-1 (goles de Higuaín, que en la segunda parte cambió de equipo, y Dybala) dejó contento al DT porque advierte que lo planeado sale: que además de presionar, el equipo encuentre a Messi en la última zona del campo; que Lo Celso asuma el rol de nexo entre la defensa y el ataque; que Di María pueda partir a veces desde la derecha; que la salida sea por abajo, siempre; que en ataque -objeto del trabajo del jueves y el viernes- también intervengan los laterales...

El 1, el 5 y el 9
De esos nombres se desprenden algunas decisiones que Sampaoli va tomando en posiciones clave: el 1, el 5 y el 9. La suspensión del amistoso con Israel le quitó a Franco Armani la posibilidad de mostrarse e intentar quitarle el puesto a su compañero de habitación. Caballero dijo en la semana que "sería bueno saber quién atajará", aunque intuye que será él quien se coloque en el arco del estadio del Spartak de Moscú el 16. Desde el staff técnico lo ven rápido, seguro con las manos y bueno con los pies y la cabeza: destacan que hace falta templanza para siempre buscar a un compañero en vez de lanzar en largo. En el medio, la versión de Mascherano es mejor hoy que la de Lucas Biglia: el que jugará su cuarto Mundial es el tercero más rápido del plantel, detrás de Cristian Pavón y Messi. Un dato que no resuelve la elección, pero que indica su buena forma física. A esa velocidad le añade capacidad para jugar con tantos metros a la espalda, una consecuencia del perfil ofensivo del equipo. Mascherano entró a la lista como defensor, después fue volante pero siempre suplente: en tres semanas se metió en el equipo, como tantas otras veces.

El caso del 9 nace de la disputa habitual entre dos goleadores a los que les va mucho mejor en sus clubes que en la selección. Agüero tuvo minutos al lado de Messi en la estadía catalana, y quedó a la vista que no tiene el ritmo de competencia deseado. Lógico: sus minutos contra Haití fueron los primeros desde que lo operaron en la rodilla derecha, en abril. Sampaoli ve distancias a favor de Pipa. "Está fresco, súper enchufado, las mete a todas. Y feliz", lo pintan. Higuaín, reciente padre primerizo -igual que Federico Fazio-, se divierte atajando en algunas prácticas. "¡Gigiiii!", gritaba una tarde, como si fuera un relator alabando a Buffon, su excompañero. Su desafío es más mental que de juego: la patada que le dio al palo en la Bombonera por no poder marcar reavivó su necesidad de encontrar el gol que lo libere.

El lenguaje corporal desnuda verdades. Vale para Higuaín, y también para esta selección decidida a jugar sus cartas de ataque de principio a fin.

Fuente: La Nación