El presidente Mauricio Macri anunció que quiere cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional para que la Argentina obtenga dinero y “salvar” así la crisis actual.

El problema de ello es que tomar deuda con ellos implicaría una receta de ajustes de todo tipo, incluidos un recorte en “salarios públicos y privados”. El remedio, peor que la enfermedad. Una vez más. Y ello produjo reacciones de todo tipo: la oposición lo rechazó y personalidades poco esperadas, como Luciana Salazar, terminaron incluso poniendo un grito en el cielo. Pero, también, hubo análisis de expertos en economía que no dan el mejor de los pronósticos.

"El repentino acuerdo del Cambiemos con el FMI refleja, por un lado, la inconsistencia del modelo y, por ende, el rotundo fracaso del equipo económico", advierten en un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA).

"Que el Gobierno decida entregar nuevamente a Argentina a los brazos del Fondo Monetario Internacional tiene un doble impacto en el corto plazo: en primer lugar, la eventual entrada de dólares frescos para financiar un modelo insolvente que necesita mantener la estabilidad económica para el periodo electoral de 2019 y, en segundo lugar, la vuelta al Fondo es una señal hacia los grandes capitales especulativos que durante las últimas dos semanas estaban huyendo del mercado local", plantean desde el CEPA.

Mientras que, respecto de las condiciones que impondría el FMI, estiman que serían: la modificación del tipo de cambio; la aprobación de la reforma laboral; el recorte de salarios; una nueva fórmula para el cálculo de la jubilación; ajuste en la obra pública; y una programa de privatizaciones.