Vidal quiere ahogar un emblemático Astillero

El Astillero que depende de la Provincia de Buenos Aires está en una crisis inusitada. O no. En realidad, es parte del ajuste que lleva adelante Cambiemos y que no deja a nada ni a nadie en pie. Y vaya la metáfora, pero nunca tan real: porque Mauricio Macri y María Eugenia Vidal están haciendo todo lo posible para ahogar el único Astillero de todo el país y de América Latina que puede construir barcos de gran porte como por ejemplo el emblemático Fragata Libertad. 

Los 3039 trabajadores y trabajadoras están dispuestos a todo con tal de mantener sus puestos de trabajo y lo más importante: que no se privatice o se cierre. Del total del presupuesto que se había aprobado para este año, 90 millones de pesos, al mes de agosto solo se ejecutaron 6 millones. 

Hace un mes, el Presidente dijo en un encuentro que mantuvo en Mar del Plata con la “mesa de Pesca” entre empresarios y funcionarios que “habría que dinamitar el Astillero Río Santiago”. Lo dijo así, textual, lo que encendió todas las alarmas de los trabajadores y trabajadoras que ya se encontraban en estado de Asamblea Permanente luego de la intervención de su lugar de trabajo. Hacía tres meses, por disposición de la Gobernadora a través de un decreto, el Astillero no sólo se encuentra intervenido sino que está prácticamente paralizado por falta de ejecución presupuestaria. El nuevo gerente, Daniel Capdevilla, vino a reemplazar a Ernesto Gaspari ex integrante de Socma, la empresa de la familia Macri. Todo queda en familia.

Una semana después del comentario del Presidente, el periodista Jorge Lanata realizó un informe en su programa de televisión de Canal 13 en donde sostuvo, entre otras cosas, que hace más de treinta años que el Astillero no construye barcos. Los trabajadores no sólo pusieron el grito en el cielo y salieron con una fuerte campaña de visibilización de su trabajo sino que lo entendieron como parte de una operación de deslegitimación de su lugar de trabajo.

Porque el motivo de la crisis del astillero tiene, además, un adimento fuertemente político. En noviembre de este año se vence el plazo para la entrega del Buque 79 “Eva Perón” encargado por la empresa venezolana PDVESA. El barco está realizado en un 95% y le faltan 40 millones de pesos para terminarlo . Pero esa plata no llega. Sospechan, en el fondo, que no quieren terminar el negocio con el país al que tienen sindicado como el peor mal sobre la tierra. Pero el incumplimiento del vínculo comercial podría costarle a la provincia millones y millones de pesos en multa, mucho más que lo que falta para que se termine. Ya llevan trece semanas de atraso. Por lo que todos descuentan que la decisión es que no se entregue.

Así lo entiende Maximiliano Cabrera, delegado de la fábrica por la agrupación ADN-ATE Ensenada, que trabaja hace doce años en el taller de estructura. Allí se inicia el corte de chapa para los barcos. En el taller hay 186 trabajadores que no tienen tareas por la falta de presupuesto. “Ahora por ejemplo no tenemos contamos con algo básico que es el oxígeno para trabajar, el gas que necesitamos para cortar las chapas con soplete, entonces no podemos avanzar con nada y está todo paralizado”, cuenta. “Vidal intervino con la excusa de acomodar la empresa. Pero en realidad el objetivo es el de averiguar legajos para empezar a ajustar la planta de trabajadores”.

El Astillero fue creado en 1953 con un objetivo estratégico para el país. Así lo explica Maximiliano: “Fue este Astillero el que construyó el primer barco de gran porte en ese entonces para YPF. Era una empresa emblemática para la zona La Plata-Berisso-Ensenada, contenía a toda esa región, funcionaba como pilar del mercado interno. Por eso nosotros vamos a defenderla hasta las últimas consecuencias”.

Es cierto: la historia del nacimiento del Astillero se remonta a los últimos años del peronismo en una zona en la que justamente fue la cuna del movimiento político y social. Los barrios obreros de esas zonas se regían por los frigoríficos y los puertos. Por eso la creación de un Astillero estatal fue una apuesta en ese sentido.

Los trabajadores y trabajadoras vienen llevando adelante una lucha fenomenal. Están dispuestos a todo no sólo para resistir en sus puestos de trabajo, sino sobre todo para que un gobierno no destruya los más de sesenta años de historia.