El ala dura del PRO jugó a fondo en defensa del DNU presidencial. Otros dirigentes del partido amarillo, como el exjefe del gobierno porteño, criticaron las formas. El radicalismo rechazó buena parte de su contenido y pidió debatir punto por punto en el Congreso. Frigerio y Pullaro plantearon matices. Los aliados menores machacaron con la falta de republicanismo. 

Con el decretazo de este miércoles, además de llevarse puesta la Constitución, Javier Milei volvió a poner a prueba uno de sus mayores talentos: agudizar las contradicciones internas de Juntos por el Cambio –o de lo que queda de lo que alguna vez fue esa alianza–. Sus principales dirigentes fueron incapaces de manifestar durante todo el día una posición común frente al DNU. El expresidente Mauricio Macri salió a bancarlo de frente: como era de esperar, avaló tanto su contenido como su forma, a las que llamó “valientes”, y declaró su “apoyo a la desregulación de la economía”. Sus ex aliados de la UCR y la Coalición Cívica, sin embargo, marcaron distancia. El radicalismo, a través de su flamante presidente, Martín Lousteau, lo calificó en cambio de “inválido” y pidió al Gobierno reemplazarlo por “una ley espejo” que permita un debate sobre cada uno de los artículos, muchos de los cuales –no todos– el partido centenario rechaza. La misma posición, aunque con matices, expresó el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro. Su par de Entre Ríos, Rogelio Frigerio (PRO), se mostró afín a "gran parte" de las medidas, que "en su mayoría son similares a las que proponía en campaña JxC", dijo, aunque reclamó que sean tratadas en el Congreso para darle "más fortaleza y sostenibilidad de cara al futuro". Hay de todo en la viña de JxC. 

A la par de las diferencias que expresaron en público, la mayoría de los dirigentes de JxC consultados por Página/12 sí coincidieron en algo: la situación social del país es delicada y el decretazo le sumó más leña al fuego del ajuste y la devaluación, por lo que temen que la ola que le vuelva al Gobierno desde las calles y el sistema político sea demasiado fuerte. Frente a esa debilidad que empiezan a mirar de reojo hay tres grandes líneas: los que apuestan a apretar el acelerador a fondo –Macri y los “halcones” del PRO–; los que por ahora negocian lo suyo en un tenso equilibrio, sin voluntad de cogobernar –es la posición de la mayoría de los gobernadores–, y un tercer grupo que empezará a desmarcarse cada vez más, donde tallan la UCR y la CC. Esas líneas divisorias, de todos modos, son difusas y también se expresan con matices al interior de cada espacio, lo que puede derivar en nuevos reagrupamientos. Algo de eso podrá empezar a verse cuando el paquete de Milei llegue finalmente al Congreso. 

La dispersión del PRO

“Nosotros ya probamos con el gradualismo, y no funcionó”, dijo a este medio en tono autocrítico un diputado del PRO que también tuvo su paso por el gobierno de Macri para explicar por qué acuerdan con las reformas del DNU. Muchos de los halcones coinciden en lo ideológico con prácticamente todo el contenido del paquete, desde la reforma laboral hasta lo que llaman “las trabas para el funcionamiento del país”, las leyes regulatorias de la economía que fueron derogadas. La batalla que puede darse en la Bicameral del Congreso para su tratamiento no es su preocupación inmediata: entienden que, cuando llegue, buena parte de los artículos del decreto ya habrán sido ratificados o declarados nulos por la justicia. De todos modos, ya anotaron a Hernán Lombardi, mileísta converso, para que forme parte de la comisión. 

Como desde el primer momento en que ganó la LLA, los halcones ven un gobierno débil, sin músculo político. Su apuesta pasa por mostrarse como las espadas que le dan gobernabilidad a Milei, ya sea desde el Congreso o, en una próxima etapa, también desde las primeras filas del gabinete. Por eso, a lo sumo plantean críticas sobre el tiempismo político que maneja el Gobierno, pero apoyan sin miramientos las medidas. "Es un error pretender construir músculo político en medio de la batalla", resumía un dirigente. 

Otro sector del PRO, en cabeza de Horacio Rodríguez Larreta, planteó su coincidencia con las medidas, pero marcó distancia respecto de las formas. "Así no" se titula la carta que el exjefe de Gobierno posteó en sus redes. "La Argentina necesita reformas, pero no por decreto. El instrumento para que esto suceda es una ley del Congreso. Tenemos que evitar que en 4 años otro presidente, con un DNU similar, pueda dar todo marcha atrás. La división de poderes es la pieza central de nuestra república", resaltó. 

Frigerio, en tanto, señaló que las medidas del decretazo "en su mayoría son similares a las del programa económico de JxC en la última campaña electoral. Representan un norte de hacia dónde tiene que ir nuestro país", pero, en un tono más calmo que el de Larreta, dijo que "la discusión y aprobación de éstas propuestas en el Congreso Nacional, le darían más fortaleza y sostenibilidad de cara al futuro". 

En la vereda del medio quedó María Eugenia Vidal. "Desde ayer a la noche estoy trabajando con un equipo de especialistas técnicos, analizando punto por punto el decreto para tener una posición seria", se atajó. 

Qué rechaza la UCR

La posición del radicalismo fue sintetizada por Lousteau. "En el contenido del Mega DNU hay algunas iniciativas que pueden ser interesantes y otras irrelevantes para la agenda urgente. Otras pueden juzgarse como buenas, malas o realmente muy malas para las urgencias de la sociedad", dijo el flamante presidente del Comité, que pidió que su contenido sea enviado al Congreso para debatir cada uno de los artículos por separado. 

Entre las medidas "realmente muy malas", en la UCR remarcan la privatización de empresas públicas, como YPF y Aerolíneas. Lo mismo opinan sobre los medios públicos. "Necesitamos un Estado eficiente, no rematarlo", sostenían cerca de Lousteau. También, dicen, hay consenso interno respecto de rechazar la reforma laboral: "Una reforma laboral es indispensable, pero la reforma de Milei es impresentable, desprotege a los trabajadores", sentenciaron. Rechazan, además, la desregulación "que perjudica a las Pymes". 

Uno de los puntos que preocupa al menos en un sector del radicalismo son los signos de "autoritarismo" que entienden está expresando el Presidente, y suman a la lista del DNU el protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich. "Esa forma de manejar la Seguridad puede terminar mal", entienden. 

La "inconstitucionalidad" del DNU, dicen, "puede ayudar a construir una mayoría" en la bicameral para poder rechazarlo. De todos modos, designaron al catamarqueño Francisco Monti, que votó por Milei y hasta le aportó fiscales para balotaje. 

Pullaro, en tanto, pidió "un acuerdo republicano, que respete la división de poderes" e insistió en el reclamo que la semana pasada le dejó al ministro de Interior, Guillermo Francos: "Esperaba que entre las primeras medidas de una agenda de cambios hubiera una reforma impositiva por ley que incluyera una rebaja de impuestos a la producción".

"No está justificada la necesidad ni la urgencia", disparó por su parte Miguel Ángel Pichetto, quien también pidió poder discutir en el Congreso los artículos, "y seguramente muchas podrían tener su aprobación", agregó. 

Por su parte, la Coalición Cívica, en nombre de Maxi Ferraro, advirtió que "realizará un informe sobre la necesidad y urgencia, así como la posible violación de derechos constitucionales", a cargo de Elisa Carrió, que ya pegó el portazo hace tiempo.

Fuente: Pàgina12