Carlos Alberto Medina, “El Cordobés”, era parte de la atmósfera, de los puestos callejeros en la esquina de Hornos y Brasil en Constitución que están ahí para que la gente que llega del sur del Conurbano o se va compre algo para comer, “El Cordobés” vendía chipá en una canasta junto a su mujer que le hacía upa a su hijo, rodeado de otros vendedores, “El Indio”, “El Rengo”, un cafetero, estaba hace meses en la zona. Medina había sido albañil en su provincia, con trabajos para varias empresas de construcción. Después llegó a Buenos Aires cerca de 2015, donde se ganó una marca en su contra, el Tribunal Oral Nº24 lo condenó el 8 de octubre de ese año a diez meses de cárcel por un intento de robo.

El jueves 20 de septiembre de 2018, Gabriel de Jesús Núñez y su compañero Francisco Orellana habían venido desde Alejandro Korn después de su jornada de trabajo. Pasaron frente a la canasta de “El Cordobés” poco después de las 17 tras bajar del tren Roca. Orellana le preguntó a su compañero si quería comprar un chipá.

Núñez, de 24 años, oriundo de Florencio Varela, ya conocía esos chipá de antemano. Le dijo que no, que venían duros.

“El Cordobés” escuchó el comentario sobre la calidad de su mercadería. No lo dejó pasar, según la acusación en su contra. Tomó un fierro de construcción, una varilla de metal, y se dirigió hasta la parada del 46, a pocos metros. Segundos después, junto a un hombre desconocido hasta hoy, Medina atacó a Núñez y a Orellana. Orellana se llevó algunos golpes en la cara antes de bloquear el ataque con el bolso que llevaba.

Núñez, su cuñado, se llevó la peor parte: cayó al piso de rodillas, luego quedó inconsciente. Medina lo golpeó en la cara con el fierro, sin piedad. La Policía no lo socorrió de inmediato, supuestamente quienes estaban de consigna en la cuadra seguían a alguien que les había parecido sospechoso un poco antes. Medina desapareció entre el tumulto. Núñez fue encontrado por el SAME, ensangrentado, enviado de urgencia al hospital Argerich. “Traumatismo encéfalo-craneano”, dijo la planilla en la ambulancia.

Una semana después, Núñez murió en una cama del Argerich: el caso se convertía para la Justicia en un homicidio.

Carlos Alberto Medina, “El Cordobés”, era parte de la atmósfera, de los puestos callejeros en la esquina de Hornos y Brasil en Constitución que están ahí para que la gente que llega del sur del Conurbano o se va compre algo para comer, “El Cordobés” vendía chipá en una canasta junto a su mujer que le hacía upa a su hijo, rodeado de otros vendedores, “El Indio”, “El Rengo”, un cafetero, estaba hace meses en la zona. Medina había sido albañil en su provincia, con trabajos para varias empresas de construcción. Después llegó a Buenos Aires cerca de 2015, donde se ganó una marca en su contra, el Tribunal Oral Nº24 lo condenó el 8 de octubre de ese año a diez meses de cárcel por un intento de robo.

El jueves 20 de septiembre de 2018, Gabriel de Jesús Núñez y su compañero Francisco Orellana habían venido desde Alejandro Korn después de su jornada de trabajo. Pasaron frente a la canasta de “El Cordobés” poco después de las 17 tras bajar del tren Roca. Orellana le preguntó a su compañero si quería comprar un chipá.

Núñez, de 24 años, oriundo de Florencio Varela, ya conocía esos chipá de antemano. Le dijo que no, que venían duros.

“El Cordobés” escuchó el comentario sobre la calidad de su mercadería. No lo dejó pasar, según la acusación en su contra. Tomó un fierro de construcción, una varilla de metal, y se dirigió hasta la parada del 46, a pocos metros. Segundos después, junto a un hombre desconocido hasta hoy, Medina atacó a Núñez y a Orellana. Orellana se llevó algunos golpes en la cara antes de bloquear el ataque con el bolso que llevaba.

Núñez, su cuñado, se llevó la peor parte: cayó al piso de rodillas, luego quedó inconsciente. Medina lo golpeó en la cara con el fierro, sin piedad. La Policía no lo socorrió de inmediato, supuestamente quienes estaban de consigna en la cuadra seguían a alguien que les había parecido sospechoso un poco antes. Medina desapareció entre el tumulto. Núñez fue encontrado por el SAME, ensangrentado, enviado de urgencia al hospital Argerich. “Traumatismo encéfalo-craneano”, dijo la planilla en la ambulancia.

Una semana después, Núñez murió en una cama del Argerich: el caso se convertía para la Justicia en un homicidio.

Casi un mes después, Orellana volvió a Constitución. Lo encontró al “Cordobés” de casualidad, zapatos marrones, una gorra, mientras caminaba sin problemas. Ya había sido entrevistado por un detective de la división Homicidios de la Policía Federal. Así, volvió a la división, pidió por un efectivo, regresaron a Constitución. Así, marcó a Medina, que fue detenido y luego quedó preso en el penal de Marcos Paz.

Los testigos se alinearon por lo visto con la estrategia de la defensa: cafeteros, golosineros, gente de la venta ambulante declararon en el juicio, aseguraron lo mismo que declaró Medina, que vieron de lejos una pelea y que el vendedor de chipá no estaba ahí. La falta de una filmación de cámara de seguridad que detallara la golpiza jugaba a su favor, algunos hablaron hasta de una riña a piedrazos. Sin embargo, los huecos en sus relatos no los favorecieron. Uno hasta aseguró estar en el año 2020 mientras declaraba, cuando era noviembre de 2019.

El 26 de diciembre de 2019, “El Cordobés” fue condenado por el Tribunal Nº13 a tres años de cárcel. Enrique Gamboa, Diego Leif Guardia y Adolfo Calvete integraron el Tribunal, Aldo de la Fuente fue el fiscal de juicio. La pena, dos años menor a lo que pidió De La Fuente, parecería a simple vista sumamente menor por herir a un hombre y matar a otro.

Sin embargo, hubo un cambio en el medio, una nueva figura, “El Cordobés” ya no estaba acusado de homicidio gracias a nuevos datos que ingresaron en el expediente.

La autopsia al cuerpo de Núñez fue la clave.

Fue practicada en la Morgue Judicial por el forense Héctor Konopka, el mismo que realizó el primer estudio al cuerpo de Ángeles Rawson. Konopka declaró en el juicio para detallar su informe. El daño que encontró dentro del cráneo de Núñez fue notable. Encontró, efectivamente, un traumatismo de cráneo que causó fracturas internas y comprometió la masa encefálica, que había empujado uno de los ojos de la víctima hacia adentro y destruyó el techo de su órbita ocular.

El forense también determinó que Núñez fue pateado en la cara mientras estaba de rodillas. Pero la causa del paro cardiorespiratorio que mató al joven de Florencio Varela no fue esa serie de lesiones. Konopka apuntó en su informe que la causa fue: “una neumopatía, producto de una entubación", “un término genérico que se utiliza cuando el pulmón aumenta su consistencia, es decir, es un proceso infeccioso en el cual se produce una reacción inflamatoria", apuntó.

Varios médicos declararon en el juicio, emergentólogos, médicos de guardia, especialistas con años en el Argerich. Un informe apuntó a la colocación de un catéter, a una hemorragia interna, a “una infección a nivel del cerebro”, lo que generó una repercusión en todo el organismo, un efecto dominó.

Así, el Tribunal se encontró con esta paradoja: Medina y su fierro enviaron al hospital a Núñez, pero, en términos estrictos, no le causaron la muerte. Fue condenado finalmente por el delito de lesiones graves. No se habla de responsabilidades médicas en los fundamentos del TOC Nº13 para su veredicto, el término “mala praxis” no aparece en sus 89 páginas.

Fuente: infobae