Conocían en profundidad el negocio del narcotráfico y, también, las debilidades del sistema oficial que debe combatirlo. Lo sabían porque el jefe de la banda, Edgardo Baigoria, es policía y hermano del exjefe de Drogas Peligrosas de Santa Fe, y porque los otros dos detenidos son gendarmes -Damián Sosa, alias Perro, y Santiago Alejo- que conseguían información privilegiada de los juzgados federales y de los operativos antidrogas que delineaba esa fuerza de seguridad nacional. La tercera pata de la banda desmantelada la semana pasada estaba conformada por hombres de negocios ligados al clan de Luis Paz, un empresario del boxeo cuyo hijo (Martín el Fantasma) fue asesinado por Los Monos en el inicio de la guerra por el narcomenudeo en esta ciudad.

El complejo engranaje que conforma esta organización narcocriminal le demandó a la Justicia Federal más de dos años de investigaciones para poder desmantelar la banda, que transportaba grandes cantidades de cocaína y marihuana desde Bolivia y Paraguay para luego distribuirla en Santa Fe, donde -según el secretario de Investigación Criminal Rolando Galfrascoli- también manejaban otros circuitos más complejos vinculados al lavado de activos.

El próximo paso de la investigación será poner la lupa en esa red de blanqueo de dinero comandada por el empresario que vive en el country Los Molinos. El primer capítulo de la pesquisa concluyó el jueves pasado cuando, tras 23 allanamientos, quedaron detenidas seis personas de la estructura superior de la banda.


Según consta en el expediente, Baigoria manejaba "el negocio de la cocaína": se encargaba de la logística y del traslado de los cargamentos provenientes de Bolivia y de Paraguay. Emanuel González, hijastro de Paz, era el encargado de la provisión de la marihuana proveniente de Misiones y de Paraguay. Los investigadores detectaron cuatro maniobras de adquisición de grandes cantidades de estupefacientes.

Testigo esencial
Una de las claves en la caída de esta banda fue el testimonio de J. B., un arrepentido en un juicio por narcotráfico que se llevó adelante en abril de 2017 en Paraná, Entre Ríos. Allí dijo que "el jefe del negocio de la cocaína es un tal Cabezón, llamado Baigoria", y detalló que los cargamentos de cocaína se acopiaban en un galpón a cinco cuadras del estadio de Colón de Santa Fe.

Este suboficial provincial es hermano de Hugo Baigoria, que en la primera mitad de la década pasada estuvo a cargo de la Dirección General de Drogas y Prevención de Adicciones y luego fue promovido a la subjefatura de la policía de Santa Fe, como segundo del comisario mayor Ricardo Cáceres. En 2008 pasó a retiro.

Edgardo Baigoria no solo tenía aceitados contactos en la policía de Santa Fe, sino en la Gendarmería, cuyo principal aliado era el Perro Sosa. Este oficial que se desempeñaba en Santa Fe mantenía trato fluido con Baigoria, con quien -según las escuchas de la causa- hablaba por teléfono para establecer dónde encontrarse.

Sosa era quien, luego de estos encuentros, buscaba información en el fuero federal y en su propia fuerza sobre operativos o controles de ruta que se iban a realizar. Debía saber dónde se ubicarían para pasar los datos a Baigoria.

El fiscal federal Walter Rodríguez, que llevó adelante la investigación de la banda, explicó que "se pudo verificar una situación muy concreta: ellos trataban de informarse a través de los gendarmes que estaban colaborando como auxiliares de fiscalía".

"¿No será que los muchachos estén mirando al amigo, no?", le dijo el 13 de abril Sosa a otro gendarme, Santiago Alejo, quien le respondió que se "quedara tranquilo", según consta en la causa.

En el expediente también se advierte que estos efectivos encubrían a otro narco de Santa Fe que tiene nexos con esta banda, como Sergio Villarroel, alias Zurdo, detenido en diciembre de 2016 en Alto Verde, Santa Fe.

Cuando se realizaron los allanamientos contra Villarroel surgió un enigma: en uno de sus galpones apareció un BMW Z4 blanco que carga con una extensa historia. Ese auto fue el que manejaba Martín Paz, el Fantasma, el 8 de septiembre de 2012, cuando fue acribillado por dos sicarios enviados por la banda de Los Monos.

Ese fue el inicio de la guerra narco en Rosario, porque -según se sospecha- esa muerte desembocó en otra venganza familiar, el asesinato de Claudio "Pájaro" Cantero, líder de Los Monos, crimen que desató un raid de sangre y fuego en esta ciudad. Luis Paz declaró en el juicio contra los Cantero y la defensa de los imputados mostró pruebas de que viajó dos veces a Estados Unidos a ver peleas de boxeo con el juez que instruyó esa causa, Juan Carlos Vienna.

Luis Paz, el padre de Fantasma, un hombre ligado al boxeo y a empresas de transporte, decidió mudarse a Santa Fe para tratar de resguardarse de los Cantero, que fueron a matarlo al Casino de esa ciudad, aunque no lo encontraron. Paz tejió alianzas en la capital santafesina con Sergio Villarroel, dueño del canal de cable de Alto Verde y propietario de un club, quien le cedió una de sus dos propiedades en el country Los Molinos, de la capital provincial.

Carlos Del Frade, investigador de temas de narcotráfico y diputado provincial, sostuvo que otro nexo que aparece en esta trama es el del exjefe de la barra brava de Colón Juan Abel Leiva, quien actualmente está preso por homicidio en la cárcel de Coronda.