*Por Tali Goldman

Algunos de ellos debutarán en la Plaza, otros fueron solos por su cuenta, pero será la primera vez que hijos de genocidas marcharán como Agrupación en la emblemática marcha del 24 de marzo, cuando se cumplen 42 años del último golpe cívico-militar.  

Este sábado una bandera con la frase “Historias desobedientes: hijos, hijas y familiares de genocidas”, será una de las novedades de la folklórica marcha. Pero para ellos no es fácil aunque será todo un mandamiento y una declaración de principios. Sus padres fueron parte de la maquinaria del terror entre los años 1976 y 1983, que contó con un saldo de 30 mil desaparecidos y 400 nietos que aún viven con identidades falsas por haber sido robados y entregados ilegalmente en adopción. Pero ellos, lejos de reivindicarlos, no solo los condenan, sino que quieren prestar testimonio en los juicios en su contra.

Muchos de ellos tienen información clave porque los genocidas se lo contaron, porque nunca se imaginaron que sus propios hijos los iban a mirar como lo que son: asesinos. Por eso la culpa, por eso el miedo. Pero también por eso, este espacio colectivo.

Hasta hace un año, exactamente el 10 de mayo de 2017, existía una sola rama de familiares de genocidas, cuya referente más destacada es Cecilia Pando, esposa de un oficial retirado y presidenta de una agrupación que reivindica el accionar de los militares durante la última dictadura militar. Pero con lo que se denominó el “2x1”—el beneficio que le otorgó la Corte Suprema de Justicia a un genocida condenado por delitos de lesa humanidad y que lo beneficiaba con la salida—la historia dio vuelta como una tómbola. Ese fue el punto de quiebre para que muchos digan basta y salgan a decir que ellos—lejos de la “doctrina Pando”—repudian a sus padres.

Tal es el caso de Paula, una de las integrantes del colectivo. Paula no quiere decir su apellido porque su padre, genocida, está en libertad. “Ya fui a otras marchas sola y con mucha vergüenza con muchas emociones encontradas”, explica a ARGENTINOS ONLINE. “Esta será la primera vez que marchamos con bandera como colectivo y con una adhesión formal. Desde un punto de vista político es importante sienta un precedente único y aclara un montón de cosas por si a alguien le quedan dudas”, continúa. Paula también participó durante el verano del escrache en Mar del Plata al genocida Miguel Etchecolatz, al que recientemente le revocaron la prisión domiciliaria.

“Desde el punto de vista personal, las sensaciones son múltiples y contradictorias. Lo hacemos con mucha convicción, pero eventualmente va a traer problemas con nuestros familiares, porque por supuesto que no nos apoyan y es muy difícil”, concluye.

Y es que muchos de ellos rompieron con sus familias o están en ese trance. Porque tienen en claro una sola cosa: el emblema Memoria, Verdad y Justicia no se negocia.