“Esto va más allá de mí, de mi puesto laboral. Queremos salvar a la máquina porque si no se usa todos los días se empieza a oxidar, se traban los engranajes y otra vez no la vamos a poder arreglar. No podemos perderla, es una reliquia histórica con un incalculable valor cultural”.

El que habla es Basio Krepki y cuando menciona a “la máquina” se refiere a una imprenta histórica que está en lo que fuera la Biblioteca Nacional dirigida por Jorge Luis Borges.

El ajuste del Gobierno nacional sobre la planta de trabajadores estatales hizo que en los últimos días del año pasado el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, tomara una de las peores decisiones: despedir a Basilio, el único linotipista que tenía.

En diálogo con Página12, Basilio explicó que en el subsuelo de lo que fuera la vieja Biblioteca de la calle México podemos encontrar una verdadera reliquia: una imprenta histórica, que lleva más de cien años.

El imprentero ya cumplió sus 68 años, fue despedido con la excusa de que ya contaba con la jubilación mínima como un ingreso, y era el único linotipista del ministerio, la única persona que podía manejar esa máquina de 1901 y si bien Avelluto no ordenó el cierre de la imprenta, sin Basilio la imprenta no funciona.