Tras su victoria en las elecciones de este domingo, Putin ocupará la presidencia de Rusia por cuarta vez hasta 2024, cuando sumará 25 años en el poder, si se cuentan los casi cinco años en los que fue primer ministro.

De acuerdo con los resultados oficiales, tras haberse escrutado el 90% de las papeletas, el mandatario obtuvo más del 76% de los votos, superando por más de 50 puntos a su más cercano competidor: el candidato comunista Pável Grudinin.

El resultado no ha causado sorpresas, ya que el líder ruso lideraba las encuestas y, según analistas del Servicio Ruso de la BBC, el resto de candidatos no tenía ninguna posibilidad de vencerlo.

¿Qué tiene este exespía de la KGB convertido en político que atrae tanto a la población rusa?

1. La "Restauración de la Gran Rusia"

La caída de la Unión Soviética a fines de 1991 dejó "confusión y resentimiento"en la ciudadanía rusa, como explica Veera Laine, investigadora del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales en el estudio "Nacionalismo de Estado en la Rusia de hoy".

La que hasta entonces había sido una de las dos mayores potencias mundiales, de repente se desmembraba, perdíterritorio y renunciaba a sus postulados políticos e ideológicos para adoptar prácticas que, durante décadas, había despreciado en áreas como la economía.

Además, al abandonar el control estatal de los precios, la sociedad sufrió una época de hiperinflación a la que se sumó el tener que asumir la deuda externa. Factores que también afectaron el orgullo nacional.

Sin embargo, durante los últimos años, el nacionalismo ha resurgido en Rusia y muchos expertos se lo atribuyen a Putin y su discurso que evoca la grandeza del pasado.

Uno de cada tres rusos cree que su país no forma parte de la cultura europea o asiática, sino que es una "civilización" única, según una encuesta realizada en 2014 por la agencia rusa Romir y analizada por el proyecto Neoruss.

Según Laine, el gobierno ruso tiende a "utilizar (y abusar) la historia eligiendo qué partes del pasado quiere resaltar o menospreciar".

Algo que explica que en la Rusia de Putin se admire tanto al zar Nicolás II, convertido en santo por la Iglesia Ortodoxa Rusa, como al principal sospechoso de haber ordenado su asesinato y el de toda su familia: Vladimir Lenin.

El éxito del mandatario recae en que, en una sociedad tan étnica y culturalmente diversa como la rusa, ha conseguido construir un concepto de "nosotros".

Para unir a grupos tan distintos como los tártaros y los rusos de la capital no se ha centrado en resaltar qué tienen en común, sino en qué los separa de disidentes, liberales y opositores: que estos últimos no comparten los "valores tradicionales rusos" delpatriotismo y la moral de los primeros, según la investigadora.

2. La economía: el miedo a volver a los 90

La caída de la Unión Soviética supuso un duro golpe económico para la sociedad rusa.

El Producto Interno Bruto (PIB) per cápita se redujo de US$3.485 en 1991 US$1.330 en 1999 (-38%), según datos del Banco Mundial estimados en función del valor actual del dólar.

Sin embargo, en 2000, cuando empezó la era Putin, la economía comenzó a crecer.

El PIB per cápita aumentó hasta alcanzar su máximo valor en 2013, con un valor de US$16.000.

La proporción de rusos que viven bajo el umbral de la pobreza ha pasado de 33,5% en 1992 a 13,4% en 2016, según el Servicio Federal Ruso de Estadísticas.

Durante el gobierno de Putin también aparecieron los primeros multimillonarios rusos, que ahora rondan el centenar, según la revista Forbes.

3. El "macho alfa"

A sus 66 años, el presidente ruso no duda a la hora de quitarse la camiseta y lucir sus músculos.

Se deja fotografiar mientras hace ejercicios, nada, vuela un ala delta a motor, practica karate, sale de pesca o de caza., o monta a caballo.

Actividades tradicionalmente masculinas que han contribuido a crearle unaimagen de "macho alfa", fuerte y con mano dura que a muchos rusos les inspira seguridad y confianza.

"La gente interpreta a Putin como un elemento permanente en su concepto de mundo, no como un líder político que va y viene", le comentaba hace dos años al diario estadounidense Washington Post Alexander Olson, responsable de la Fundación de la Opinón Pública, una encuestadora rusa.

Según Valentina Levina, la suya es "una nación muy grande, así que necesitamos poderes fuertes y centralizados".

4. El "mal menor"

Pero no todos los que votan por Putin simpatizan con sus políticas.

Algunos rusos optan por mantener el statu quo ante el temor de que el nuevo escenario sea incluso peor.

"Muchos son gente educada y muy inteligente, pero tienen miedo. Creen que la población no será capaz de elegir a alguien que pueda mantener a Rusia unida y que el país acabe desmoronándose", explican analistas del Servicio Ruso de la BBC.

En la Rusia actual, el poder y el liderazgo está tan centralizados en la figura de Putin que sus ausencias de la esfera pública generan preocupación en el país.