Por Maximiliano Rusconi

El viernes último pasado el sistema de justicia vivió otra consecuencia más de sus peores perversiones. Un conjunto de personas, al lado de sus hijos, o esposas, o amigos y sus abogados, entregaron respetuosamente su libertad, para que un Tribunal Oral Federal ejecute una de las peores sentencias de la historia de la justicia mundial (cuya responsabilidad penal en los jueces se investigará mas temprano que tarde). En esa sentencia se los había condenado a todos ellos por una tragedia ferroviaria que fue realizada por un motorman que, por razones todavía parcialmente inexplicables, no frenó la formación cuando se acercó a la estación de Once.

Ese día fatal el tren “chapa 16” ingresó a una velocidad aproximada de 26 km/h y se mantuvo a la deriva los últimos 300 metros sin ninguna disminución apreciable hasta el momento del impacto. Esa es la única verdad.

Hoy está claro, en juristas de reconocido prestigio académico, en los representantes fuertemente mayoritarios de las víctimas, en fiscales y jueces que opinan en voz baja, en periodistas honestos, en técnicos mecánicos especialistas, y en los hombres y mujeres de bien que se acercan a la información del caso sin prejuicios y sin segundas intenciones, que lo único que explicó el hecho es justamente ese ¨no frenar” del Sr. Marcos Cordoba, quien en ese momento conducía la formación.

Los frenos del tren, su estructura, el paragolpe de la estación, la cantidad de gente transportada, incluso la velocidad de ingreso, eran datos que no deberían haber producido ningún hecho del cual lamentarse si hubiera sucedido algo tan claro como evidente: que el Motorman frenara al llegar a destino, como esa misma formación lo hizo ese día con naturalidad en todas las estaciones anteriores.

Hoy no cabe duda que el sistema de justicia construyó, con la lamentable actuación de los jueces del primer juicio oral, del juez que tuvo a cargo la instrucción, del fiscal que lo acompaño, y del jFiscal de Juicio, una directa mentira sólo destinada a castigar políticamente, dirigida a ofrecer el sacrificio que se solicitaba desde la opinión pública debidamente manipulada y a alentar a un Tsunami institucional que de paso, sobre las cenizas del gobierno anterior, ayudara a construir el próximo zoológico gubernamental.

Detrás de ese Tsunami se ocultaron ventajeros políticos, Jueces ambiciosos, Fiscales temerosos y funcionarios del ejecutivo que del código penal solo conocen la eximente de la “obediencia jerárquica”.

Hoy, luego de las últimas palabras de los acusados, se define el próximo acto de este proceso, esperamos el veredicto de lo que se ha llamado el Juicio de Once II. Se trata, quizá de una de las últimas chances de ser testigos de que

Jueces de la Constitución digan la verdad. Un veredicto al cual se ha pretendido condicionar con el Juicio de Once I, con el fallo de Casación (que confirmó la mentira), y la semana pasada con la ejecución muy oportuna de una condena que no está firme y no lo estaba cuando el Tribunal oral cumplió la indicación sutil de la Cámara, debido a que ese mismo día se había interpuesto el ultimo recurso en un caso que indudablemente requiere la intervención de la Corte Suprema: la queja directa ante el máximo tribunal.

Ni siquiera las vidas que ese día se fueron justifican apartarnos de la verdad, ni siquiera esa cantidad de dolor puede dar ni media razón para explicar que personas inocentes paguen por lo que no deben pagar.

Particularmente una de las querellas privadas, la Oficina Anticorrupción (dirigida por la no abogada Laura Alonso), el Ministerio Público Fiscal (en cabeza de los fiscales que han intervenido en el proceso), alguna Diputada irresponsable que ha decidido aniquilar el estado de derecho invocando de modo alocado al concepto de república, y algún ex Presidente de la Corte que ha intervenido en el “armado” del Tribunal de Once I, han decidido festejar la mentira. De esa perversión ya no puede ser responsable Marcos Cordoba, por todo ello esas personas deberán dar cuando vuelva el estado de derecho las explicaciones necesarias. Tendrán un juicio

Fuente: Cicerón.com.ar