La larga marcha de Cambiemos

Este 24 de marzo se están cumpliendo 42 años del golpe de estado de 1976, y el 25 de marzo se cumplen diez años del primer cacerolazo contra CFK. Ese sería el roce de una casualidad histórica con la que Cristina quiso solazar su lectura aquel día de hace diez años: en su cadena nacional Cristina explicitó esa casi coincidencia de fechas. El tipo de lenguaje que ese conflicto desató: “yegua montonera” fue un clásico de las calles y rutas otoñales del 2008. Y sólo rememoro aquel insulto (que sería incluso compensado cuando Kirchner a grito pelado llamó “comandos civiles” a los ruralistas) para decir que la Historia nadie se la saca de encima. Sigue ahí, acá, en alojamiento secretos o a la luz, depende, pero viva. Y que se presenta incluso en aquello que no sabemos que pensamos hasta que nos toca decirlo. 

¿Cuándo empezó la marcha para la toma del poder? Empezó ese 25 de marzo. El lockout patronal estaba declarado y Cristina en cadena trató de “piquetes de la abundancia” a los cortes que se registraban en zonas rurales de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe principalmente tras las resolución 125 que ya recordamos en este espacio. ¿Qué se produce? El primer cacerolazo contra CFK. Habría más. Pero ese mostraba algo: el tejido de una alianza. El campo y la ciudad. Un mapa verde que se iba a superponer siete años después con el mapa electoral amarillo. Ese día y tras la cadena nacional, las calles de las principales ciudades se inundaron de vecinos que se presentaban “inesperadamente solidarios” con el campo. 

En un inolvidable artículo publicado en Página 12, el periodista Mario Wainfeld escribió: “Pero el Gobierno todo (y la Presidenta) ayer descuidó condimentar su gobernabilidad con uno de los mandatos del sistema democrático: mantener instancias de negociación permanente con todos los sectores, incluidos los díscolos. Cristina Kirchner, puesta a confrontar con quienes la habían desafiado, descuidó diferenciar a su interior a los ‘grandes’ de los ‘pequeños y medianos’. Y abrir una ventana pública para salir de la pura confrontación.”

¿Qué había nacido? Había nacido la grieta. Nacía, por así decirlo, el “anti kirchnerismo”. Algo que organizaba y delimitaba un territorio núcleo: el mapa de alianza entre la Argentina verde y productiva de los agronegocios y las ciudades.

Elisa Carrió salió segunda en las elecciones que lograron el primer triunfo de CFK. Carrió sacó prácticamente la mitad (22,98%) de lo que obtuvo CFK (44,86%). Y Lavagna había obtenido 16,89%. Es decir que Cristina supera bien el 40% pero se juega su triunfo también en una fragmentación opositora que estaba asegurada (Carrió no iba a acordar en ese momento con los radicales). Pero mirado en detalle, hay tres distritos donde el FPV se presenta con menos solvencia electoral (además de San Luis): Santa Fe, Córdoba (donde Lavagna directamente gana) y CABA. En la PBA Cristina obtuvo un rotundo 45% basado, principalmente, en su histórico peso electoral en el Conurbano. 

Ni lerda ni perezosa Carrió apuntó a dos aspectos simultáneos: 1) denunció un supuesto fraude (denuncia inverosímil que no quedó en nada) y; 2) planteó que el FPV había perdido en los grandes centros urbanos. Carrió hizo el corte de clase que nadie se animó a hacer en su análisis en caliente. La lenta lectura que 2007 inicia es que el voto peronista se va desplazando hacia las periferias: hacia los conurbanos en las ciudades y hacia las provincias más pobres del país. En un artículo publicado en revista Panamá (“El subsuelo de la patria sublevado”) Pablo Semán rememora: “el resultado de la elección de 2007 podía preocupar a la oposición, pero seguramente había dejado secretamente preocupado, y mucho, a Néstor Kirchner. Se iba de la presidencia con una notable imagen positiva, pero el porcentaje de votos obtenido hacía incierto el liderazgo kirchnerista en un peronismo que pronto iba a reclamarle la seguridad de triunfos y cuotas de poder.”
Cambiemos odia tanto la Historia que es incapaz de reconocerse en su propia historia.