El grito que abrazó ayer a las Madres de Plaza de Mayo, y a la propia multitud que caminó junto a ellas hasta la pirámide donde van todos los jueves, fue el de “cárcel común para los genocidas”. Y una de las particularidades que tuvo esta movilización por el 42 aniversario del último golpe militar fue que por primera vez también fue un grito de los familiares de esos represores para quienes se pide prisión.

Estaban en la esquina de Avenida de Mayo y Tacuarí. La bandera decía: “Historias desobedientes. 30 mil motivos” con la firma: “Hijas, hijos, familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la Justicia”.

En diálogo con Página12, Analía Kalinec contó cómo surgió este movimiento de familiares que repudia todo lo que hicieron sus antecesores. Ella es hija de Eduardo Kalinec, un policía condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad. Siempre le dijeron que la causa por la cual se lo juzgaba era “algo armado” pero en 2005 se produjo un quiebre y reaccionó.

El comisario Kalinec fue acusado por 181 secuestros mientras participaba de actividades en los centros clandestinos Club Atlético, El Banco y El Olimpo. Cuando su hija leyó la causa se dio cuenta de que esa “denuncia falsa” que le intentaron vender toda su vida era, en realidad, una cruel realidad.

“La ruptura familiar, que se mantiene, fue muy dura, pero por suerte nos estamos juntando desde hace muchos años y nos fuimos acompañando, sobre todo después del rechazo al dos por uno, cuando empezamos a salir a la calle y a tratar de hacernos fuertes, de manera que hoy estamos más aliviados”, subrayó Analía.