La salida de Monzó responde básicamente a una serie de diferencias con la Casa Rosada. Si bien todos destacan que en los primeros dos años de gestión los cortocircuitos entre Peña y Monzó no se sintieron, preferirían un interlocutor más alineado.

En segundo lugar, consideran que en un eventual segundo mandato de Macri, con números más holgados para el oficialismo en el Palacio Legislativo, sobre todo en Diputados, podrían ceder a los socios radicales la presidencia de la Cámara Baja, que equivale al cuarto lugar en la línea de sucesión presidencial. Esa jugada permitiría ofrecer a la UCR un cargo de alto valor institucional, con presupuesto.

El nuevo modelo con los radicales al frente de Diputados o incluso de la presidencia provisional del Senado podría alterar también la dinámica de las jefaturas de los interbloques, que hoy dominan los radicales con Luis Naidenoff en el Senado y Mario Negri en Diputados. O no. “En el PRO, a diferencia del radicalismo, nunca fuimos un espacio que le diera tanta relevancia al rol parlamentario”, explicaban algunos de los negociadores macristas.

¿Será suficiente para retener a un partido con voces cada vez más disidentes?