La recesión y el riesgo país escalan igual que la sensación térmica: está todo que arde. Y ante esto el Gobierno nacional no tiene mejor idea que reglamentar el cobro de Impuesto a las Ganancias a uno de los pocos salvavidas que le quedaban a las pequeñas y medianas empresas que intentan sobrevivir a la crisis.

¿De qué se trata? El Poder Ejecutivo anunció hoy que gravará los rendimientos de bonos y de plazos fijos. Según precisa el decreto 1170, publicado en el Boletín Oficial, se pagará entre 5% y 15% del rendimiento que exceda los $67.000 anuales por la renta originada este año en plazos fijos, bonos, cuotapartes de Fondos Comunes de Inversión y acciones cotizantes en el exterior.

Como los trabajadores ya no tienen capacidad de ahorro, porque la mayoría cobra menos de lo que cuesta la canasta básica, y los números de la pobreza están cada vez más altos, esta nueva política perjudicará directamente a las pymes que tratan de evitar el quiebre ante la suba de los costos y la caída de las ventas.