En nuestro país una mujer muere cada 29 horas como consecuencia de un femicidio; se trata de poco más de 300 mujeres al año que pierden la vida a manos de hombres por violencia de género.

Pero cuando ocurre un femicidio, además de la víctima directa, existen otras víctimas casi invisibles que son los hijos e hijas de esas madres, cuyo destino fue violentamente torcido. Según la Asociación Civil “La Casa del Encuentro” se registró entre 2008 y 2015 que 2518 hijos e hijas, de los cuales 1617 eran menores de edad, fueron víctimas colaterales del delito de femicidio.

Estos niños y niñas no sólo se ven obligados a convivir con el máximo grado de violencia, e incluso en muchos casos a padecerla, sino también quedan inmiscuidos en un marco de abandono y vulnerabilidad social; huérfanos de un sistema que los desampara y los deja a su propia gracia.

En este marco, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires y La Asociación Civil “La Casa del Encuentro” pensaron la Ley Brisa, cuyo objetivo es brindar a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes víctimas colaterales de femicidios una reparación económica hasta que cumplan los 21 años de edad como respuesta al daño causado, a la omisión del cuidado de sus madres cuando pidieron ayuda al denunciar la violencia que sufrían.

Esta perspectiva que incorpora la ley resulta muy importante. Si bien no podemos afirmar que se repara el daño porque la pérdida de una madre y más en contextos de violencia de género es completamente irreparable, esta indemnización resulta de un gran apoyo para que estos niños, niñas, adolescentes y jóvenes no queden completamente desamparados, sino  que puedan seguir adelante con sus vidas.

Se trata de un Estado haciéndose responsable, garantizando el interés superior de los niños y niñas en esta situación y comprometiéndose con la protección y el cuidado necesario para su bienestar; siendo, además, que las situaciones de violencia de género deben ser especialmente atendidas puesto que repercuten de manera directa e incisiva en su desarrollo integral.

Celebro este avance que hace que cada vez estamos más cerca de un Estado, que por medio de distintas herramientas, pretende hacer realidad el derecho a vivir una vida sin violencia. Es indispensable que cada uno de esos niños pueda hacer pleno desarrollo de sus derechos, para poder realizarse plenamente como ciudadano e individuo.

* Defensor del Pueblo Adjunto de la Ciudad de Buenos Aires.